CRÓNICAS 2008

LAGUNAS DE VILLAFÁFILA

José García Gómez

Compañero de la Caja, en Zona de Oviedo Centro

Con la puntualidad habitual de los “Llaneza”, llegó a Oviedo, rondando las 9h.del sábado 29 de Noviembre, el autobús; un Magnum Class de 13 m. de eslora por unos dos de manga.

Nada más acomodarnos, recibimos el saludo de nuestro valorado Viso, a la vez que nos comunicaba su imposibilidad de acompañarnos a causa de un suceso familiar, que posteriormente supimos se trataba del fallecimiento de su consuegro, en León.

Vaya pues, antes de nada, en nombre de todos los socios del Club de Viajes, nuestro sentido pésame a toda la familia. Descanse en paz.

Salimos de la capital asturiana con la preocupación reflejada en el rostro, por las alarmantes predicciones meteorológicas para el fin de semana, aún cuando, según creo, solamente cuatro compañeros de Avilés no se habían sumado en la partida.

José Antonio tomó el testigo de mando en plaza y bajo la conducción de Enrique, barbado y buen piloto, tomamos la A-6.

Las estribaciones de Pajares presentaban un precioso manto blanco, más mullido cuanta más altitud se ganaba, manto que sólo rompían las aristas de los picachos, formando ya bonitas postales navideñas, con los pueblos salpicados por las laderas.

Ya en la parte leonesa, el blanco fue dando paso al fondo amarillo terroso, típico castellano.

Casi sin darnos cuenta llegamos al Hostal Palazuelo, en Villamañán, donde teníamos preparado un contundente desayuno que reparó fuerzas y ánimos.

Tras un ligero reposo y después de comprobar que el tiempo no era tan fiero como lo pintaban, aún cuando el termómetro no llegaba ni con mucho a los 20º… salimos  hacia Gordoncillo para visitar la bodega “Gordonzello”.

Nos acompañó, a modo de guía, Miguel, un educado, comedido y prudente chico, que se presentó de forma corta, clara y concisa, a la vez que nos hacía saber que sería nuestro acompañante también por la tarde.

En la bodega, nos recibió Sira, una de las comerciales de la empresa, que nos deleitó con su buen hacer didáctico, amabilidad y compromiso profesional; si la media de calidad de los empleados de la empresa, se aproxima a la de nuestra guía, le auguramos un éxito indudable, progresivo y perdurable.

Una vez nos indicó la fecha de fundación de la empresa, 1995, pasó a comentarnos que contaban con 350 Ha.  productivas que les aportaban en torno a 1.700.000 kilos de uva, de los que elaboraban 700.000 y vendían el resto.

Desde el pasado año, cuentan con denominación de origen “Vinos de la Tierra de León” y plantan principalmente la variedad prieto picudo, uva que da nombre al vino, además de la tempranillo o tinta fina, mencía y albarín.

Tienen una nave de 45.000 m2., adaptada para posibles y seguras ampliaciones, edificada, dos tercios de su altura, contra el terreno, semisubterránea, lo que les permite, además de total comodidad para la entrada de la uva, descargando los tractores directamente en la boca de las tolvas, mantener una temperatura interior y humedad muy propicias para la crianza y envejecimiento de los caldos.

Después de ver el almacén de las barricas de roble francés, americano y navarro, preñadas de vinos en proceso de tomar las  propiedades y el bouquet de la madera, a gusto y control de la enóloga, nos enseñó los depósitos, la despalilladora, embotelladora, precintadora y resto de maquinaria necesaria para completar el proceso, tras lo cual fuimos invitados a probar sus vinos tintos y blancos, acompañados de sólidas viandas chacineras leonesas.

A pesar de la cercanía del desayuno, dimos cuenta de todo ello, sin sacrificio y con soltura.

Muchos de nosotros compramos en la tienda con que cuentan, algunos de sus productos y después de tomar nota del distribuidor que “Gordonzello” tiene en Asturias le prometimos, a partir de ahora, ser buenos  propagandistas en nuestra tierra; tanto sus productos como Sira, lo merecen.

Desde allí, pasando por Valencia de Don Juan, para hacer una breve visita/sesión vermouth, que los que teníamos habitación en el Hostal Villegas, aprovechamos para dejar las maletas, regresamos al Hostal Palazuelo …¡para nuevamente comer!: alubias con almejas, de primero y morcillo de segundo.

Cuarenta y cinco minutos de reposo y nos reincorporamos al “Magnum Class”, tomando el camino de Alija del Infantado, último pueblo de la provincia  de León, colindante con Zamora, situado en la comarca denominada Ribera del Órbigo, donde la encargada de la oficina de turismo, Carmen, nos mostró el museo etnográfico, con piezas donadas por  B. Eiriz, personaje gallego fallecido hace años, de quien toma su nombre; el puente romano de La Vizana, la iglesia de San Verísimo que circundamos sin visitar y la de San Esteban, del siglo XVI, en el barrio alto, que en su origen perteneció a los Caballeros Templarios y cuenta, entre otras cosas, con un precioso artesonado mudéjar.

Miguel seguía con nosotros.

En la plaza mayor, contemplamos un…  ¿poblado? , hecho con cañas y palos de diverso tamaño y grosor, donde cada año, se celebra la batalla entre “El Jurru”, el malo,  y los birrias, los buenos, ganando siempre los últimos, que atan y queman al Jurru en el palo mayor de entre todos los palos y cañas.

Si nos dicen que aquello es el “prao” de Pravia, donde se celebra el Xiringüelo, después de la noche de fiesta, lo hubiéramos creído.

Tiene su mérito mantener aquel montaje durante todo el año, no entiendo como el Jurru, en la noche de San Juan  antes de la batalla, no le prende él fuego a todo aquello y se esconde en el museo, disfrazado de lagarterana.

¿Qué decimos del museo? Pues que cuenta con muchas piezas que su fundador, sin duda con esfuerzo y tesón, fue recogiendo por su Galicia natal, desde aperos de labranza hasta muñecas y utensilios de cocina y menaje, amén de aparatos de radio, útiles de limpieza, planchas, máquinas de coser, mayadoras de trigo, trillos, motores diversos, carros del país, ruedas de múltiples tipos, etc., etc., todo ello en un desordenado orden amontonado que, bajo el disfraz de la autenticidad, enmascara la necesidad de mostrarlo en un entorno mayor y mejor preparado, respetando la ambientación deseada, pero dotándolo de espacios y secciones, restaurando las piezas y catalogando y datando todo ello. Valorando lo que han hecho, no les vendría mal realizar una visita a nuestro extraordinario museo de Grandas de Salime.

Miguel seguía callado.

Un poco antes de finalizar la visita a Alija del Infantado, Carmen nos mostró un ancla, puede que del “Canarias”, donada al pueblo por la armada española, como homenaje por los muchos hijos de Alija que sirvieron a la marina, desde el descubrimiento de América hasta nuestros días.

Dejamos a Carmen en la puerta del museo, donde también se halla la oficina municipal de turismo y Miguel aprovechó para despedirse, tras la dura jornada, con un elocuente: “Bueno, yo ya terminé por hoy con Vds. Muchas gracias”, despedida que arrancó nuestros reconocidos aplausos. Pocos guías molestarán menos que Miguel. Es sin duda un buen chico.

Alrededor de las 19h. retornamos al Hostal Palazuelo y, nuestro barbado y buen conductor, Enrique, nos llevó a los desplazados, hasta Valencia de Don Juan, donde quedamos.

Esa noche, la del sábado 29-11-08, jugaban los dos grandes de nuestro fútbol, el Barcelona y el Real Madrid; primero lo hicieron los blancos, que fueron goleados por el “Geta” con un 3-1 significativo.

A las 22h. deleitó a la audiencia el Barcelona, ante un buen Sevilla que se rindió ante tanto arte. El savoir faire de los catalanes, hizo que se conformaran, como lo vienen haciendo últimamente, con un elocuente 3-0, sin abusar del rival y mostrándose siempre generosos.

 Según parece a una gran parte de los expedicionarios que pernoctaban en el Hostal Palazuelo, estos resultados les impidieron acometer el anunciado baile posterior a la cena, por tener una lenta y sufrida digestión, siendo anulada la fiesta…

El domingo amaneció soleado y el comedor nos recibió con los desayunos servidos.

Fue un placer comprobar como los de la sufrida digestión de la noche anterior, dieron buena cuenta de las viandas, lo que demuestra que comer y rascar…

Desde allí, tras la recogida de maletas, partimos para Villafáfila, conjunto lacustre famoso por ser refugio, con parada y fonda, de ánsares, aves, avutardas, patos diversos, cigüeñas, etc.

El centro de interpretación, bonito, cuidado, bien diseñado y muy orientador e ilustrativo.

Las lagunas y terrenos circundantes, igualmente bien atendidos y señalizados, aunque no estamos en época de aglomeración y no pudimos contemplar algunas de las especies más atractivas, para lo cual es recomendable conocer el calendario de aterrizaje, estancia y despegue de todas ellas, mes a mes.

Cuentan con varios bunker´s, camuflados en atractivos palomares de la zona, desde donde ver con calma las aves, sus entornos y comportamientos; repetiremos visita con mejor tiempo y más documentados sobre la arrivada  voladora.

Todos nuevamente al autocar, camino del complejo comercial “Palazuelo”, centro de peregrinaje de excursionistas, donde, aunque no vimos ninguna imagen de la Virgen de Lourdes, quedamos sorprendidos por la cantidad de clientes que atienden.

Allí comimos el menú del día y tras realizar algunas compras quien quiso, en la multi-tienda, emprendimos viaje para Asturias.

El más que agudo frío reinante y el descalabro merengue, puede que hayan hecho que el viaje transcurriera con cierta monotonía y comedimiento, no obstante es de destacar el interés mostrado por José Antonio y el detalle de Viso, asistiendo a la comida del primer día, a pesar de su situación familiar, lo que prueba una vez más que, para el Club de Viajes, José Antonio Viso es un tutor que bien merece nuestro reconocimiento, al igual seguro, que sus colaboradores.

Aunque estamos en tiempo de crisis y todos tenemos múltiples obligaciones económicas, sociales y familiares, con el respeto y cariño que me merece el Club y los organizadores, he de decir que este viaje, en mi opinión obviamente, no tuvo la brillantez de otros, ni en el interés de las visitas, ni en el apartado gastronómico y de alojamiento.

El Hostal Palazuelo de Villamañán, es un edificio perfectamente jubilable, con reconocimiento de los servicios prestados, pero que ya no está en un nivel medio, normal hoy en la mayoría de establecimientos.

Los menús fueron acordes con el Hostal.

Nada que decir del Hostal Villegas, en Valencia de Don Juan.

Hacía alusión dos párrafos atrás a la época de crisis actual, porque creo que, si bien es cierto que por el precio que supuso este viaje, no se podía esperar ni pedir más que lo recibido, creo que para los socios de nuestro Club, aunque hayamos toreado en plazas iguales y/o peores y no se nos caigan los anillos, ni mucho menos, por volver a hacerlo, una vez que te decides a pasar fuera un fin de semana, igual estaríamos con 100 euros menos, lo que permitiría, pienso, mejorar o subir un peldaño ambas cuestiones, alojamiento y menú, cosa que se agradece, máxime si el frío afeita.

Volvimos en paz y sin problema, pensando como casi siempre: ¡Qué bueno es viajar y qué bien se está en casa!

Felices Fiestas Navideñas y 2009 para todos.