Aprendí, sin reflexionar mucho en ello, que necesitamos ver el mundo en su realidad, no en su retrato; que nos sobran los intermediarios porque todos nuestros sentidos reclaman el contacto con lo que existe y palpita; que precisamos del olor de las cosas, de su sabor, de su tacto y de sus sonidos. Es una de las más hondas razones para viajar: invadir con todo el equipaje que constituye nuestro propio ser, la entraña misma de realidad; bañarnos en la vida.
Javier Reverte, La aventura de viajar (2006)