Susy Barragán Vidal Esposa de nuestro compañero Maxi Sánchez, vocal de la Junta Directiva del Club |
Aquí comienzo mi crónica sobre el viaje a Polonia que hemos realizado del 4 al 13 de septiembre. Es posible que encontréis ciertas contradicciones, porque mi visión de los lugares iba cambiando como cambia el clima de Polonia: ahora hace sol, ahora llueve.
Polonia me parece un país increible, lleno de contrastes y con un pasado marcado por unos hechos terribles pero que no anula su magnífica historia de años atrás.
El domingo día 4 transcurrió entre aeropuertos: Ranón, Madrid y Varsovia. La llegada a la ciudad ya fue de noche, así que, cena en el hotel y descanso para iniciar su visita al día siguiente.
VARSOVIA. El primer encuentro con la gigantesca Varsovia fue su Palacio de Cultura, símbolo del comunismo, grande y recargado pero que no te cansas de mirarlo; es un espectáculo contemplar semejante edificio, plantado en medio de una gran plaza con ramificaciones de grandes avenidas: Emilii Platter, Aljerozolimsskie, Marszalkowska, etc.
Caminando desde el hotel, en cinco minutos, se llegaba hasta la Sinagoga Nozyk situada en Ulica Twarda, comienzo del Gueto Judío. Encontramos en él edificios baratos de la época socialista y una vieja casa de ladrillos con las ventanas tapadas con las fotos de los antiguos propietarios judíos.
Ya en el autocar nos acercamos al palacio Wilanów, sede del Museo Nacional y un bello edificio barroco, que encierra en su interior grandes salas de la época y la Galería de Retratos Polacos. Son bellísimos su jardines barrocos.
A continuación, recorrimos el Parque Lazienki, conjunto de césped y arbolado que invitan al descanso; un estanque lo atraviesa de norte a sur y sobre sus aguas se alza el Palacio Nawodzie: en sus fachadas se pueden ver estatuas alegóricas de los cuatro continentes, escenas mitológicas y las figuras de Aquiles y Minerva. Un corto paseo por el parque nos acerca al estanque donde se encuentra el monumento dedicado al músico Frédéric Chopin. Su recuerdo llena la capital polaca: el aeropuerto lleva su nombre, la biografía del músico se exhibe en las librerías y en la céntrica iglesia de la Santa Cruz se conserva ¡su corazón! Por la ciudad se han instalado bancos, que con sólo pulsar un botón, reproducen algunas notas de su música, y varios pasos de cebra representan el teclado de un piano.
Ya en el Stare Miasto, Patrimonio de la Humanidad, comprobamos el gran esfuerzo de los varsovianos en su recuperación después de la destrucción sufrida durante la Segunda Guerra Mundial. El Castillo Real, la Plaza del Mercado, la Catedral, las callecitas de casas coloreadas y la belleza de sus esquinas nos invita a fotografiarlos. Cruzando la Barbacana, se llega por la animada Ulica Freta a la Casa Natal de Madame Curie, primera mujer galardonada con el Premio Nóbel.
Un recorrido por sus numerosas iglesias ayudan a conocer mejor su casco antiguo, y el resumen es, que la ciudad es una gran urbe con muchos sitios por descubrir, si tienes tiempo para hacerlo.
MALBORK. Tras un magnífico desayuno animado con música de arpa en directo, nos trasladamos 275 Kms. en autobús a Malbork; la distancia no era mucha, pero por las carreteras polacas se convirtió en toda una mañana de viaje, así que llegamos a comer y dejamos la visita del castillo para más tarde.
La visita se inicia en el lado norte, donde se sitúa el Castillo Exterior; tras pasar el foso por diferentes puentes levadizos se llega al Castillo Central, del siglo XIV, con un enorme patio central donde se encuentra el Palacio del Gran Maestre, la iglesia de Santa María y la Capilla de Santa Ana a la que se accede por la Puerta Dorada, gótica del siglo XIII.
Después de recorrer y fotografiar durante un par de horas la fortaleza gótica más grande de Europa, sede de la Orden de los Caballeros Teutónicos, nos dirigimos a Gdansk. Una rápida llegada al hotel y a disfrutar del tiempo libre, hasta la cena, por la bonita ciudad marítima llamada, justamente, “Perla del Báltico”.
GDANSK. Al atardecer es de una gran belleza, con su espectacular Puerta Verde iluminada al lado del río, que nos conduce por el Camino Real hasta el Ayuntamiento y la Fuente de Neptuno, que con su tridente simboliza el poder comercial de la ciudad.
A la mañana siguiente realizamos un pequeño crucero por el río Wartwa hasta Westerplate, lugar donde comenzó la Segunda Guerra Mundial; es un sitio de peregrinación para muchos polacos, donde se ven bunkers, torres de vigilancia y una escultura gigante en forma de Tótem que simboliza los héroes caídos en la contienda. Durante el trayecto, pasamos por delante de los famosos Astilleros, donde Lech Walesa encabezó el Sindicato Solidarnaska al frente de las protestas y huelgas que tuvieron lugar en los años ochenta y que acabarían derribando el régimen comunista de Polonia.
Gdansk es realmente una ciudad bellísima, llena de colores, de decoración de piedra gris y ladrillo rojo; con su Ulica Mariazka repleta de canalones y patios de piedra llenos de mostradores de venta de ámbar, y su Camino Real animado por terrazas y tiendecitas, me pareció preciosa. No es una ciudad especialmente grande y fácil de visitar, y dejarse llevar por sus callejones llenos de vida ha sido fantástico.
TORUN. Ha llegado el día de dejar la bella Gdansk y dirigirnos hacia la histórica ciudad gótica de Torun, a orillas del Vístula. El día nos recibe lluvioso, ventoso y fresco y desluce en cierto modo la visita, pero descubrimos una interesante ciudad con un pequeño conjunto urbano de casas de ladrillo rojo, fachadas barrocas y delimitado por unas murallas bien conservadas en su parte sur. La plaza del Mercado es el centro vital y está dominada por su inmenso Ayuntamiento de ladrillos rojos. Conserva la magnífica catedral gótica de San Juan Bautista y San Juan Evangelista, construida entre los siglos XIII y XIV, a destacar su esbelta torre con un reloj del siglo XV con una única manecilla.
Es la ciudad natal del astrónomo Nicolás Copérnico y su estatua, situada en la Plaza del Mercado, nos sirvió como lugar de encuentro tras disfrutar de tiempo libre que dedicamos a visitar la ciudad nueva, comprar los famosos Pierniki de jengibre y saborear una refrescante piwo.
GNIEZNO. Hicimos noche en esta discreta ciudad de provincias, primera capital histórica del viejo reino polaco. Cuenta con un tranquilo casco antiguo y una catedral gótica, interesante por sus puertas románicas de bronce del siglo XII decoradas con escenas del martirio de San Adalberto, cuyos restos se conservan en un sarcófago barroco de plata y convierten a la ciudad en un lugar de peregrinación del pueblo polaco.
POZNAN. El día amaneció soleado aunque refrescaba. Otra vez al autobús y a las lentas carreteras polacas y en tan sólo 55 Kms. nos encontrábamos en la ciudad de Poznan. Situada a orillas del Warta, es una de las ciudades más antiguas de Polonia. Un simple vistazo a sus calles y se observa que la ciudad no está todavía preparada para el turismo. Lo principal es pasear por su preciosa Plaza del Viejo Mercado y alrededores; es una auténtica maravilla, donde cada fachada compite para ver cuál está mejor decorada y coloreada.
En la Plaza se alza el edificio renacentista del Ayuntamiento, construido por el arquitecto italiano Juan Baptista en el siglo XVI. Cada día a las 12 horas en la torrecilla del reloj aparecen dos cabritos que hacen chocar sus cuernos doce veces para anunciar el mediodía. Destacar en esta preciosa plaza las cuatro fuentes: Proserpina, la más antigua, Apolo, Marte y Neptuno que suministraban agua potable a la población.
El Colegio Jesuita con la iglesia de Santa María, la iglesia barroca de San Estanislao y el Museo Arqueológico son varios de los edificios interesantes a visitar en esta parte de la ciudad.
Despedimos Poznan con una visita panorámica por el llamado Distrito del Kaiser, que alberga edificios gubernamentales del siglo XX, jardines, plazas y algunos edificios civiles como teatros y universidades: teatro Wielki, escenario habitual de representaciones de ópera y ballet de gran calidad artística, Parque Wilson, el Monumento a las Víctimas de Junio de 1956 y al lado el edificio de la Universidad Adam Mickiewicz.
WROCLAW. Es la llamada “Venecia Polaca” debido a sus más de cien puentes que atraviesan el Oder y sus ramificaciones. La ciudad quedó enormemente dañada durante la Segunda Guerra Mundial y el 75% de los monumentos fueron destruidos. Al finalizar la guerra, comenzaron rápidamente los trabajos de restauración, y el aspecto actual es el de una bonita ciudad resurgida de sus cenizas. Tras el almuerzo en un céntrico restaurante iniciamos la visita del Stare Miasto en el Rynek; en esta plaza se cruzaban las antiguas rutas de mercaderes de Europa y en la actualidad es la segunda más grande del país después de la de Cracovia. Las casas son magníficas, de las que pueden verse diferentes estilos desde el renacimiento hasta el siglo XX. Destaca en el centro el majestuoso edificio gótico del Ayuntamiento, con una preciosa fachada adornada con un reloj astronómico del siglo XVI. Visitamos la cercana iglesia de Santa Elisabet, que con la torre más alta de la ciudad se divisa desde cualquier lugar.
La Plaza del Mercado comunica con la recogida plaza Solny, de edificios renacentistas y góticos y donde se encuentra el antiguo edificio de la Bolsa. Actualmente en esta plaza se celebra el mercado de las flores.
Paseamos por la pintoresca Ulica Jatki, de estructura medieval, donde antiguamente se localizaban los puestos de los carniceros de la ciudad; tiene graciosas esculturas de animales de granja.
Cruzamos el pequeño puente de la catedral, llamado Most Tumski, que comunica la isla de la Catedral con la isla de la Arena. Es un bonito puente verde de hierro del siglo XIX y uno de los más famosos de la ciudad. Como en otros puentes europeos, una infinidad de candados sellan en sus barrotes el amor eterno que aquí se vienen a declarar muchas parejas polacas. Ya en Ostrow Tumski nos encontramos con el Palacio Arzobispal y la peculiar iglesia de la Santa Cruz y San Bartolomé, dos iglesias dentro del mismo edificio. Más adelante, la catedral de San Juan Bautista del siglo XIII, con magnífico pórtico renacentista; mientras contemplábamos su fachada anochecía, y nos vimos sorprendidos por el “farolero”, típico personaje que iba encendiendo las farolas de la isla.
Ya de noche y con los monumentos iluminados dimos por terminado el recorrido de la bella Broklaw, sorprendidos gratamente por la ciudad. Durante su visita resultó divertido ir localizando las pequeñas y graciosas esculturas de duendecillos de bronce diseminadas por los rincones de la ciudad y que representan diferentes personajes: “el enamorado”, “el guardián del bosque”, “el viajero”, “el que saca dinero del cajero”, “el estudiante”, etc… hasta un total de 150 figuras.
AUSCHWITZ. Esta es sin duda la parte más dura y emotiva de esta crónica. Durante el trayecto por carretera vimos la película “La Lista de Schindler” de Steven Spielberg, que preparó nuestro ánimo para la visita que nos esperaba ese día.
Auschwitz no fue el primer campo de concentración nazi, pero fue sin duda el más infame; cuando se abrió el 14 de junio de 1940 se convirtió en el símbolo de las atrocidades del régimen nazi. Hay varias explicaciones para ésto, pero una de las más validas es la enorme cantidad de personas asesinadas allí –más de un millón- llegadas en vagones de mercancías desde todas partes de Europa.
La entrada en Auschwitz I nos recibe con la frase en su puerta “El trabajo os hará libres” y su interior está formado por un conjunto alineado de edificios de ladrillo. Las víctimas fueron apretadas en el más pequeño de los espacios; hombres y mujeres que no se conocían ni tenían una lengua común, debían unirse para un único propósito: la supervivencia. Los edificios albergaban los barrios del comandante del campo, de los prisioneros, el laboratorio clínico, así como las salas de tortura e interrogatorios; el más leve delito era objeto de una brutal tortura o fusilamiento.
Fue ideado como campo de trabajo y los prisioneros salían del recinto durante el día para trabajar, desfilando con música de marcha tocada por una orquesta de músicos judíos. Las torres de vigilancia, las cercas eléctricas, los soldados y las debilidades físicas, hicieron imposible cualquier intento de fuga.
Fue convertido en Museo del Holocausto en abril de 1946.
A tres kilómetros se encuentra Auschwitz II – Birkenau. Su construcción se inició en 1941 y estaba dividido en varias secciones, cada una de ellas separada en campos. Los campos, como todo el complejo, estaban cercados y rodeados de alambre de púas electrificadas.
El objetivo del campo, no era mantener prisioneros como fuerza laboral, sino el exterminio. Para ello se equipó con cuatro crematorios con cámara de gas y cada una podía recibir hasta 2.500 prisioneros a la vez. La mayoría llegaban en vagones de tren y se extendió la vía para que entraran directamente al campo; muchos prisioneros eran conducidos a las cámaras de gas al llegar al campo, generalmente los niños, los ancianos y los enfermos.
“Se llevaron la ropa, los zapatos, incluso el pelo. No sólo nos quedamos sin ropa, estábamos desnudos como gusanos”. Así es como el escritor italiano Primo Levi, sobreviviente de Auschwitz describe lo ocurrido allí.
El campo fue declarado Patrimonio de la Humanidad como intento de que no se olviden los hechos ocurridos allí durante la Segunda Guerra Mundial.
CRACOVIA. Es una de las ciudades más bellas de Polonia y su centro histórico apenas sufrió daños durante la Segunda Guerra Mundial, resultando intactos los lugares más importantes. Su arquitectura medieval y renacentista es única en Polonia. Es una ciudad muy católica, con un importante número de iglesias y con lugares donde vivió, estudió y ejerció el papa Juan Pablo II.
A primera hora de la mañana comenzamos su visita por la Puerta de San Florián, bastión gótico de ladrillo del siglo XV y una de las ocho puertas defensivas que existían en la muralla. Por la peatonal y transitada Ulica Florianka llegamos al Rynek, corazón de la ciudad. Al entrar destaca la Lonja de Paños, antiguo edificio gótico de ladrillo que alberga en su parte baja numerosos puestos dedicados a la venta de artesanía y recuerdos locales. En un lateral de la Lonja se alza la Torre del Ayuntamiento, gótica con reformas barrocas. En el centro de la plaza está la estatua del poeta romántico Adam Mickiewicz que nos sirve al grupo de lugar de encuentro. Y dominando la parte norte, destaca la iglesia de Santa María, de fachada barroca y de enormes torres; la de la izquierda, la más alta, rematada por la corona real, tiene la peculiaridad de que por una de sus ventanas un corneta toca, coincidiendo con las horas, el himno religioso Henal Mariacki, inacabado, porque según la leyenda el músico recibió en ese momento un flecha en el cuello disparada por los tártaros que invadían la ciudad. El interior es una planta de tres naves, con altas bóvedas decoradas con frescos e iluminadas por unas bellísimas vidrieras góticas.
La plaza tiene estructura medieval, pero las casas que la rodean corresponden a épocas posteriores y componen una gran armonía arquitectónica; está muy animada a todas horas y es particularmente bonita por la noche.
Saliendo por la Ulica Grodzka y tras un corto paseo se llega a la Colina Wawel, donde se levantan el Castillo Real y la Catedral, símbolos del poder religioso y civil de la ciudad. El Castillo gótico, se alza en una explanada y tiene a la Catedral en uno de sus laterales; el recorrido se inicia en el patio interior, que tiene tres galerías renacentistas superpuestas en tres de sus cuatro lados; desde allí parten unas escaleras que usaban los invitados del rey para acceder a sus aposentos, donde se pueden admirar una gran colección de tapices flamencos del siglo XVI.
Al izquierda del Castillo se levanta la Catedral, templo católico más importante de Polonia que conserva en su interior el mausoleo de San Estanislao. Es más bien pequeña, estilo gótico del siglo XV y construida íntegramente en piedra, frente al modesto ladrillo usado en los numerosos templos de la ciudad. Alrededor de la nave central se añadieron numerosas capillas funerarias encargadas por reyes y dignatarios de la iglesia.
Descendemos de la colina y volvemos por el Camino Real a la Plaza del Mercado para disfrutar de tiempo libre. En la cercana Maly Rynek descubrimos un curioso mercado de vinos y licores, donde aprovechamos para dar cuenta de una típica y deliciosa salchicha polaca. Continuamos nuestro relajado paseo al lado de la muralla y en una de las terracitas nos refrescamos con una deliciosa “piwo z sokiem” (cerveza con grosella).
Después de comer en un bonito restaurante con vistas a la Plaza del Mercado, volvemos al autocar para dirigirnos a visitar las minas de sal gema de Wieliczka, reconocidas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Dos kilómetros de galerías, a una profundidad de 137 metros, donde se han escavado salas y figuras, con enormes cavidades que funcionan como iglesia, auditorio y restaurante. Se accede bajando 378 escalones y se sube al exterior a través de un ascensor abierto, ultrarrápido.
Regreso a Cracovia, tiempo libre para seguir disfrutando de la ciudad y cena folclórica que el wozka, la piwo y el buen ambiente animó a varios compañeros de viaje a compartir baile con los bailarines regionales que animaron la velada.
IGLESIAS MEDIEVALES. En un principio estaba contemplada la visita de cuatro iglesias, pero debido a la distancia entre ellas y el consejo de la guía, se optó por visitar solamente dos y disponer de más tiempo libre para seguir descubriendo Cracovia.
La excursión por Malopolska –Pequeña Polonia- destacó por la belleza de sus paisajes: largas crestas partidas por verdes valles, ríos, bosques de hayas y abedules, y extensos prados nos descubrieron una Polonia nueva y diferente.
Para la construcción de las iglesias medievales se utilizaron troncos de madera dispuestos horizontalmente, sin clavos y bellamente policromadas en su interior; están adaptadas al clima local, de ahí la inclinación de sus techos.
Lipnica Murowana es una de las más antiguas y mejor conservada de las iglesias medievales. Su interior decorado por magníficos frescos en los techos y los muros, del siglo XV al XVIII, representan temas religiosos. Sobre la viga maestra, destaca una talla de un cristo crucificado de estilo gótico primitivo.
La iglesia de Binarowa, construida en madera de abeto, siglo XVI, posee una policromía excepcional que cubre completamente su interior, incluido el mobiliario; la decoración representa motivos geométricos, vegetales y figuras. En el coro destacan su pequeño órgano y las policromías de los siete pecados capitales.
En el año 2003 estas iglesias han sido declaradas Patrimonio Cultural de la UNESCO. Aunque forman parte de la tradición católica polaca, tienen algo que nos recuerda la cultura y tradición religiosa del Este de Europa.
Ya de regreso a Cracovia, dedicamos el tiempo libre hasta la cena a realizar la “Ruta Universitaria”. Se sitúa en la zona oeste de la ciudad vieja, con edificios académicos de gran belleza y sus capillas e iglesias. A destacar el Colegio Mayor, neogótico; tiene un bello patio de arquerías góticas sostenidas por columnas y bóvedas estrelladas. En el centro hay un pozo del siglo XVI y en el primer piso destaca un reloj mecánico situado sobre la Puerta Áurea, cuyas campanas tocan a las horas la canción universitaria “Gaudeamus” mientras van pasando figuras relacionadas con personajes relacionados con la Universidad.
CRACOVIA – KATOWICE. Último día y despedida de Cracovia. Disponemos de unas horas y no podemos abandonar la ciudad sin visitar Kazimierz, lugar en el que se estableció en el siglo XV una importante colonia judía, muchos de ellos de origen sefardí expulsados de España, y que convivieron en perfecta armonía con los cristianos hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando los judíos fueron confinados en el gueto y en el Campo de Plaszow, donde la mayoría murió.
Después de la guerra se convirtió en un barrio casi sin vida, y ha vuelto a poblarse de judíos tras la caída del régimen comunista. El barrio se hizo popular a raíz de la película de Spielberg: La Lista de Schindler. En la actualidad es un lugar animado con pubs, restaurantes y tiendecitas; sus rincones con encanto y su pasado nos invitan a callejear por él sin rumbo.
De sus siete sinagogas destacamos la vieja Stara Boznica, que alberga en la actualidad el Museo Histórico Judío; construida en el siglo XV en estilo gótico, con características de fortaleza, sirvió durante la guerra de almacén y lugar de ejecuciones. Una visita al cementerio y sinagoga Remu y finalizamos la zona judía para adentrarnos en la zona cristina a través de la Plaza Wolnica, donde se encuentra la iglesia del Santo Sacramento, uno de los mayores templos góticos de Cracovia; hacia el oeste la iglesia de Santa Catalina, de ladrillo rojo, ejemplo del gótico polaco.
El tiempo libre finaliza y nos despedimos de esta ciudad especial, llena de encanto y un tanto vieja. ¡Cracovia es una ciudad que no te deja indiferente!
Aquí termina nuestra visita a Polonia y por delante nos queda los aeropuertos de Katowice, Madrid y Ranón: un largo viaje a casa.