Antonio María Menéndez Socio del Club, antiguo empleado de la Caja |
“Conocer una realidad como la cubana es un desafío. Resulta demasiado peculiar, singular, sin paralelos como para entenderla por comparación u oposición, o para intentar explicarla a partir de un par de prejuicios, a favor o en contra. La realidad cubana muchas veces toca el absurdo, diría que es una realidad que en ocasiones se convierte en irreal. Por eso la premisa más importante para intentar una interpretación de la realidad cubana es vivirla, pues sólo así se puede empezar a entender algo, aunque nunca se entenderá del todo.”
Leonardo Padura
Era muy de mañana cuando nos reunimos, primero en la estación de autobuses y luego en el aeropuerto ya todos, para los saludos y primeras fotografías, los pesados tramites de embarque y ya en el avión las largas horas que suponen el vuelo a La Habana con previa escala en Madrid. Es mi segunda visita a Cuba aunque de la primera hace ya más de veintitantos años pero me sigue produciendo la misma agitación ante esta dicotomía que la situación política y social del país, produce según el punto de vista que adoptas para mirarla.
¿Acaso es que en Cuba todo es pobreza, falta de democracia y los que viven allí es porque no han podido salir y lanzarse a en busca de otra vida mejor? Es lo que nos han contado durante todos estos años, pero Cuba sigue ahí, pequeña y solitaria en medio del Caribe viviendo eso que llaman “su revolución”, ¿Cómo han logrado sostenerla? Es quizá lo que nos causa esta fascinación a los turistas canadienses y europeos que forman la mayor parte de los visitantes de la isla.
La comunicación más oficial y de la gente más próxima a esta postura nos hablan de los “logros” de esta revolución. El estado mima a su población: los salarios son bajos pero mensualmente reciben mediante la cartilla de racionamiento los servicios esenciales, una ración de alimentos que consiste básicamente en arroz, frijoles, carne de pollo, aceite, azúcar y pan, no es suficiente pero representa un subsidio alimentario. Los mayores tienen pensión de vejez y los niños- no hay niños desnutridos en Cuba, según la Unicef-, están escolarizados desde el primer año. El servicio de salud es bueno y gratuito. Así las cosas el salario se dedica a complementar los alimentos y servicios de electricidad, agua potable, transporte (sic) un cinco por ciento que pagan por la seguridad social que reciben. Ante la escasez de vivienda los miembros de la familia viven juntos aunque todos los que trabajan reciben el subsidio. La cultura está al alcance de todos libros, cine, música, pero desde luego todo con la censura precisa. Otro factor que destacan es la seguridad, la juventud cubana se encuentra alejada de la droga y la delincuencia. No hay robos y atracos ni prostitución, al menos visible.
Pero ¿es esto así en la realidad? ¿Es suficiente? ¿Colma las aspiraciones de los cubanos? ¿Es la forma de vida que desean llevar? ¿Es realmente justa?
Para contestar a estas preguntas es preciso primero conocer la forma de ser de los cubanos, su historia y realmente con quien se puede comparar su situación ¿Con Europa, Canadá o con sus países vecinos?
De cualquier manera la revolución ya lleva tiempo más que suficiente para juzgarla y después de tantos años la sociedad cubana es hoy en día, una sociedad, como ellos mismos llaman “de subsistencia”, es decir trapicheo y corrupción para poder obtener las cosas necesarias para vivir el día a día pues, los subsidios son escasos, injustos y desde luego no suficientes.
Llegamos a La Habana ya entrada la noche y Cuba no se caracteriza precisamente por la iluminación nocturna, la energía es cara y escasa, por lo que no pudimos ver nada del paisaje y apenas vislumbrar la ciudad. Al llegar al hotel ya percibimos ese olor característico formado por el calor húmedo mezclado con el de gasoil producido por la combustión de los coches viejos. Tomamos el primer mojito y dejamos el descubrimiento de la ciudad para el día siguiente.
La impresión que se tiene al recorrer sus calles es la de una ciudad detenida en el tiempo, como si el calendario permaneciese anclado en el pasado, con su arquitectura colonial, sus arcadas, balcones bien labrados y derroche de barroco y neoclasicismo, todo ello mestizado con los aires yanquis que las años de dominio americano han dejado tanto en la arquitectura como en el idioma que mezcla el castellano con el inglés de forma bastante natural en su acento. No hace falta cerrar los ojos para imaginarse estar en una vieja película de aventuras de Hollywood con su decorado autentico, sus coches de época perfectamente pintados que circulan pesadamente y llenan la ciudad de un olor asfixiante a gasoil quemado y sus gentes que con aire perezoso toman el sol o hacen cola para cualquier tienda o en espera de un medio de transporte.
Es una ciudad decadente en todos los sentidos del término y es ahí donde quizás reside su encanto tal como cuenta la escritora cubana Zoe Valdés: “Puede ser una ruina que se muere de desilusión pero La Habana será siempre La Habana, ciudad de azúcar y miel con sus cálidas noches suaves”.
Fundada en 1514 y llamada así en honor de jefe indio llamado Habaguanex , tiene un rápido desarrollo que la hace ser una ciudad floreciente pues es la base desde la cual se desarrolla el comercio de todo tipo de géneros con la península, el comercio de esclavos traídos de África por millares y que hoy dan a la isla este tipo racial tan característico, sufre el ataque de los piratas y durante un corto de tiempo ondea la bandera inglesa, en 1898 pasa a ser una especie de protectorado estadounidense en el que coincidiendo con la época de auge de las familias mafiosas hacen de la isla su decorado particular para sus fiestas y solaz, los hoteles y edificios erigidos en esas época todavía están en pie y conservan esa decoración. Finalmente con llegada de la revolución pasa a ser plenamente cubana. Para bien o mal con la revolución la isla pasa a ser plenamente independiente aunque en algunos temas las decisiones políticas le hagan depender de otros países.
En estos tiempos la ciudad se enfrenta a un futuro incierto, con las estrecheces económicas que sufren como afrontar lo que llaman “la amortización de La Habana” es decir, como renovar y salvar del anunciado desastre de todo el área de La Habana Vieja, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1982, sin destruirla, como restaurar esas vetustas casas sin derribarlas y por tanto destruir su historia, su armonía. Algunos palacios y edificios singulares han sido transformados en hoteles, restaurantes o museos, pero ¿el resto? Difícil dilema para los años venideros pues afrontar esta tarea sin hacer lo que se ha hecho por ejemplo en Pekín, se me hace difícil de imaginar.
“Si yo a Cuba le cantara
Le cantara una canción
Tendría que ser un son”
Así empieza un conocido bolero y es que no se puede hablar de Cuba sin hablar de su música y sobre todo de su ritmo. Este ritmo se marca en todas las facetas de la vida, en el habla, en el caminar, el conducir, el viajar. Aquí no existe la prisa, se espera lo que se tenga que esperar que todo llegará sin necesidad de apurarse. Cualquier hora del día es buena para la fiesta, el ron o un descansito, por eso La Bodeguita de en Medio, El Floridita u otros bares menos conocidos que están surgiendo dado que hay cierta mano abierta para la iniciativa particular, están repletos desde primera hora de la mañana hasta la madrugada aunque en su mayor parte por turistas.
Esta apertura de cara al turista y a diferencia de mi primer viaje a la isla uno ya puede encontrar Paladares que es como llaman a los estos restaurantes de calidad y cierto lujo con el añadido musical pues es posible oír, mientras cenas, un recital de arias o canciones clásicas.
Aquí todo con su música y sus bailes pues aquí como en ningún otro sitio se vive la música. No se puede tomar un mojito, daikiri u otros combinados de ron sin acompañar de un son, un bolero, salsa o ahora un reggaetón que no es propio de la isla pero que lo está invadiendo, tocados por grupos en directo.
Uno, que ama y le emociona la música de todos los tipos, facetas y ritmos siempre lamenta que su oído musical no llegue más que para cantar en la soledad de la ducha y bajito por si acaso, para el baile lo tiene más difícil pues como ya dijo alguien, uno tiene dos pies izquierdos, no deja de admirar e incluso envidiar esta capacidad musical.
-Ven, guapo que bailas bien- me dice la chica del Floridita.-pero con cara de perplejidad me digo. -Mejor voy por un daikiri
Dentro del grupo puedo decir que las chicas en esto de llevar el ritmo están a la altura y de los chicos alguno se atreve con más o menos éxito.
Si en La Habana lo que vemos es un mestizaje entre lo cubano, el colonialismo español y el norteamericano, para ver la historia más puramente colonial nos adentramos en el que primero se llamó Valle de San Luis y ahora es más conocido como Valle de los Ingenios o de los molinos de azúcar, declarado Patrimonio Mundial en 1988. Fue durante mucho tiempo el centro económico para la obtención y explotación del azúcar. Conserva todavía haciendas y mansiones como la que visitamos en Mancas Iznaga. Subiendo a la torre se vislumbran campos y más campos de caña de azúcar, hombres trabajando con sus machetes, bueyes tirando de carros de otras épocas. Es como sumergirse en libro de historia (esclavitud, terratenientes, influencia española, primicias de la lucha de clases…)
Y luego las ciudades de Trinidad y Sancti Spíritus con su arquitectura típica en sus mansiones, teatros, iglesias, plazas y calles con fachadas de colores y rejas de hierro forjado que le dan todo un ambiente colonial.
Aunque Cuba alcanza la independencia oficialmente en el año de 1898, en realidad en ese año pasa a ser un protectorado americano y no logra la independencia efectiva hasta que en el año 1959 un grupo de barbudos y sus seguidores irrumpen en La Habana derribando la dictadura de Baptista mantenido en el poder con la ayuda de los Estados Unidos y que las familias mafiosas en todo su poder entonces habían hecho de Cuba su zona de diversión que luego llevarían a Las Vegas.
Este hecho marca un hito histórico que cristaliza en un sentimiento tanto de temor o miedo como de esperanza según los sectores y que hoy en día llega la categoría de mito histórico. Hoy las posturas están tan enraizadas en un inmovilismo tan absoluto que impide cualquier avance hacia un progreso tanto material como social hacia posturas más abiertas y democráticas.
Esto queda muy bien reflejado en la ciudad de Santa Clara convertida hoy en una especie de santuario donde se glorifican todas las acciones que tuvieron lugar hasta llegar a tomar el poder y se glorifica el culto a la personalidad. Destaca en especial el Mausoleo del Che, mito por excelencia de la revolución dedicándole un culto que podríamos a considerar religioso.
Sin embargo la visita es emotiva en cuanto a ver fotografías, manifiestos u objetos que permiten obtener una visión de estos hechos que marcaron la historia en un sentido u otro.
Después de un viaje tan emotivo como gratificante pero lleno de historia y política, bien vienen unos días de playa y relax en la ciudad de Varadero.
Su playa no parece especialmente bonita, a mi particularmente me gustan más las playas del sur, más caribeñas podríamos decir pero es una playa de veinte kilómetros de agua cristalina, transparente y cálida. El complejo no tiene nada de la tradicional sazón cubana, más bien se parece a cualquier otro centro turístico de otros países cercanos, pero que con un aspecto quizás un poco más rustico no deja de ofrecer al turista todo lo necesario para el relax con música, sol, playa, juegos, cocteles y gastronomía de la que no he hablado mucho pero en general estuvo bien siendo en especial la langosta que hay quien la desprecia en comparación pero en algunos paladares en que hemos comido estaba sabrosa.
Y ya para terminar dar las gracias a todos los componentes del grupo por la alegría buen ambiente de todo el viaje, Isabel, Maxi, Lola, Cris, Marisa, Angel, Charo y Manolo y en especial a Raquel, siempre pendiente de que todo fluyera a tiempo y en orden.
Y como no, pienso que todos nos acordamos de Yudiel, nuestro guía local que con su gracia, ritmo y salsa nos hizo un viaje muy alegre mostrándonos el carácter cubano de sus gentes, ciudades y paisajes.