Belén García García Esposa de nuestro compañero José Manuel Cernuda, de la Dirección de Zona Oviedo Centro |
Desde Oviedo, salimos hacia Mieres para recoger a los últimos miembros del grupo. Llegando, desde la carretera, y al otro lado del río Caudal, podemos imaginar que en Ablaña se observa la silueta de los castilletes de los pozos de San Nicolás y Llamas, de tanta actividad minera en otro tiempo. Pasamos al pie de La Rebollada, donde hacia 1848 la Asturias Minnig Company puso en funcionamiento el primer alto horno, dando inicio a mas de cien años de siderurgia, contando también con numerosas explotaciones de carbón, hierro y cinabrio.
Mieres del Camino. Nos dirigimos a nuestra primera visita del día: el Museo de la Minería y de la Industria (MUMI), en la localidad de El Entrego, concejo de San Martín del Rey Aurelio. Queda atrás la Térmica de La Pereda y tomamos, como no, la Autovía Minera, que arranca casi desde el Lavadero Central de HUNOSA. En La Peña aún se aprecian vestigios de aquellas explotaciones de mineral de hierro y mercurio, de los antiguos yacimientos de El Terronal, Soterraña, La Peña …etc.
Tras un corto viaje, llegamos a Langreo. El Nalón, que ya ha recibido las aguas del Caudal para llegar juntos al Cantábrico, nos saluda. De camino a El Entrego, observamos entre otras, las instalaciones de Duro Felguera, Bayer, la Térmica… Pasado y presente industrial. En ambas márgenes del Nalón, entre el verde del otoño, pasan ante nuestros ojos algunos de los muchos castilletes que no hace tanto tiempo podían observarse en plena actividad. Sus nombres inspiran sacrifico y afecto, trabajo y lucha, solidaridad y progreso. Son los Carrio, Sotón, Fondón, San Mamés, Pumarabule, Mosquitera, San Luis, El Entrego, Samuño, Modesta, Candín, Maria Luisa… ¡Santa Bárbara!...
¡Santa Bárbara Bendita!, patrona de los mineros.
Algunos recuerdan lo que todavía son, erguidos, valientes y otros, ya tristes, nostálgicos como las gentes que allí trabajaron, se resisten a morir y honran a los que dejaron su vida extrayendo el negro mineral de las entrañas de nuestra Asturias. Recuerdan un pasado espléndido y anhelan un futuro que deseamos sirva para recuperar la ilusión, el trabajo y la vida.
Un entreguín de corazón, Chus Pedro, decía en la colectiva “Asturias y la Mina” (Ed. Trea), en el capítulo que habla de la música y la mina que “un pueblo sin memoria ni autoestima acaba por no tener futuro”, al tiempo que animaba a gritar “al alto la lleva”:
¡Viva la xente minera¡
De Laviana a Carbayin,
¡Viva la xente minera¡
Pumarabule, Candín,
Saús y la Mosquitera
Los mineros del Fondón
Todos gastamos boína,
Con un lletreru que diz
“Todo sale de la mina”.
Llegamos al MUMI. Se encuentra enclavado en la antigua escombrera del histórico Pozo San Vicente, que en su dia, allá por los años treinta del siglo pasado, fue explotado en autogestión por el Sindicato Minero, tras la renuncia de sus propietarios. Puede leerse en el programa que este enclave cultural supone el homenaje al “motor” principal del desarrollo asturiano. Con el carbón llegaron a Asturias la fabricación del hierro y el acero, la industria de las armas, las centrales térmicas, las fábricas de zinc, dotando a Asturias de una amplia red de ferrocarriles y abriendo los puertos que la habían mantenido prácticamente aislada del resto de España.
El edificio central tiene forma cilíndrica y en él destaca la torre del castillete, cuya jaula conecta el Museo con la mina imagen. Las salas laterales contienen figuraciones de la Casa de Aseo, con sus ropas colgadas en lo alto, la Lampistería, que representaba los anhelos de las esperas cuando el accidente retrasaba la salida y se recontaban las lámparas, la Brigada de Salvamento, que tanto esfuerzo dedicó a salvar vidas y a sacar a otros compañeros a la superficie, la Enfermería Minera, una exposición de distintas máquinas de la época que recuerdan las antiguas tecnologías mineras, una máquina de drenaje del siglo XV movida por la fuerza humana, una máquina de vapor con cabrestante de extracción eléctrica de principios de s. XX, una importante colección de minerales, apartados dedicados a la Química y los Explosivos, tan relacionado con la minería, fotografías, … etc.
Cuándo suena el aviso, tomamos la jaula divididos en grupos y descendemos a las profundidades de la tierra, hasta la octava galería, acompañados por Maria Suárez, una joven minera natural de El Entrego y que trabaja aquí, en el pozo San Vicente. Se oyen ruidos y silva el aire, que hasta parece húmedo y algo caliente. Los efectos que se transmiten en el trayecto tratan de representar lo que realmente significa la entrada a la mina. Respeto.
A la salida de la jaula, desde el embarque, arranca la galería. María nos explica especialmente las medidas de seguridad que se deben adoptar, nos habla de derrumbes, del peligro del grisú como enemigo de los mineros por su capacidad de matar, por asfixia o provocando explosiones que causan hundimientos tan peligrosos y que en muchas ocasiones ha causado demasiadas muertes en la familia minera. La humedad, incluso con fugas de agua en distintos puntos del recorrido y la temperatura, recuerdan las penosas condiciones de trabajo de los mineros.
Las vías que utilizan los trenes marcan el recorrido. En el techo de la galería, se advierten las conducciones de agua y aire a presión. Vida y energía al tiempo. Va comentando los distintos sistemas de entibación: la clásica, con madera y otra mas moderna, metálica, e incluso la neumática, automarchante en ocasiones. Desde la octava galería a la séptima, ascendemos por la rampla o taller, imaginando la dureza del trabajo de picadores y ayudantes para extraer el carbón, en los tayos quebrados, y hacerlo llegar hasta las galerías, dónde se recoge en vagonetas para que pueda ser llevado al exterior, arrastrado por máquinas movidas por la corriente de las baterías, no siendo precisa la utilización de la fuerza de hombres o animales. También nos muestran como trabajan los barrenistas abriendo nuevas vías, nuevas galerías, en busca de otras betas de mineral, y apuntes de la utilización de rozadoras y panzers, cuando la dimensión e inclinación de los yacimientos lo permiten, la importancia de la ventilación, de protegerse del polvo para evitar la silicosis y de tantos y tantos peligros…
Cuando finaliza nuestro turno, y a la espera del “relevu”, abandonamos con cierta sorpresa el pozo, ascendiendo hasta la base del castillete, recordando aquellos versos que decían:
Mineru valiente, que en la oscuridá
Luches con la muerte, luches con el polvo,
Luches contra el gas.
En vez de dirigirnos a la casa de aseos, volvemos al autobús. Quique está listo y nos conduce hacia la costa, a Villaviciosa. Clara referencia a la Asturias de la mina y el mar.
Llegamos a Amandi, y antes de la comida, visitamos el moderno Llagar de Cortina. Nos recibe Eloy, su alma y motor. Nos describe el proceso de producción desde la entrada de las manzanas, que presenciamos en vivo, las prensas y los depósitos de acero inoxidable. De uno de ellos tomamos algunos culinos . La sidra va evolucionando y creciendo, para llegar a su tiempo al embotellado. Aquella tarde se esperaba el corchado de una buena partida de botellas, incluidas algunas de sidra ecológica. Eloy nos despide no sin antes mostrarnos los viejos toneles de madera, la historia viva del llagar, los orígenes…
Reponemos fuerzas allí mismo, en El Llagar de Amandi. Damos cuenta de un arroz con mariscos y de unos tacos de solomillo salteados con pimientos, aunque alguien decía que el marisco también estaba salteado.
Iniciamos de nuevo el viaje y dispuestos a la segunda visita del día nos dirigimos al Museo del Jurásico de Asturias, en la Rasa de San Telmo, entre Colunga y Lastres, desde dónde se divisan magníficas vistas de la costa oriental de Asturias, y desde dónde se contempla el paisaje jurásico de la zona.
El edificio del museo representa una gran huella tridáctila, de elevada belleza en si mismo, con un interior espectacular, por su acabado y su amplitud, con grandes espacios totalmente diáfanos.
Con casi 5.000 m2 de superficie, comprende grandes áreas temáticas, siguiendo el transcurrir del tiempo, entrando en una de las épocas más fascinantes de la historia del planeta tierra.
Con Lourdes como guía, la visita arranca de forma cronológica, desde los tiempos anteriores al mesozoico, periodo del jurásico en el que los dinosaurios habitaban la tierra y pasando por todas las eras, llegamos hasta nuestros días, atravesando el cretácico, el jurásico y el triásico.
El Museo se distribuye en tres grandes áreas: En la primera, se dedica atención a la exposición permanente, a los fondos del museo. En la segunda, se dedica el espacio a las exposiciones temporales y a los almacenes . La tercera, recoge la infraestructura necesaria para las actividades científicas, divulgativas y de patrimonio. En la parte posterior, no visitada, se encuentra el salón de proyecciones.
Se observa un número importante de reproducciones que representan distintas variedades de animales de origen jurásico (el gigantosaurio, mayor carnívoro conocido, o el deynonichus, un depredador gigante emparentado con las aves), pero la escena central del museo es una pareja de tiranosauros copulando. Miden unos 12 m de altura y pesarían, si estuvieran vivos, unas 10 TM.
La visita termina en el apartado dedicado a la Geología de Asturias, que muestra la porción de 600 millones de años antes de nuestra era, fijando su exposición en el jurásico del litoral oriental.
Se pueden observar numerosas icnitas (huellas de dinosaurio), restos de vertebrados e invertebrados, fósiles vegetales, …etc. Todo ello pretende dejar clara la enorme magnitud del tiempo geológico y la evolución de los seres vivos.
Terminada la visita, regresamos a casa. Es el último viaje de la temporada y Viso se despide afectuoso y amable, como siempre, convocándonos a todos a la cena del grupo en Latores. Un bus parado delante de nosotros, en el semáforo de la Plaza de La Gesta, anuncia viajes a Londres….
¡¡Nos vemos en la cena!!