CRÓNICAS 2006

NAVARRA

María Cristina Fernández

Compañera de la Caja, en la oficina de Villalegre

Este es mi primer viaje con el club y, qué suerte la mía, he tenido el “honor” de ser nombrada cronista del mismo. Como os iréis dando cuenta a lo largo del relato, jamás podría ganarme la vida con esto de las letras.

El sábado día 29 de abril, una vez realizadas las oportunas paradas para recoger a todos los integrantes del grupo, ponemos rumbo a Pamplona en un discreto y nada llamativo autocar de Autopullmans Llaneza capitaneado por Rubén. Nuestro inestimable coordinador José Antonio Viso, lo tiene todo perfectamente calculado. Tenemos como misión inicial llegar para almorzar en el hotel (AC Ciudad de Pamplona) a las 14:30 y, gracias a la destreza de Rubén ( apenas circuló por el carril derecho en la autopista…) y a la habilidad de Viso para que no nos descarriáramos y fuésemos puntuales a la hora de regresar al autocar tras cada una de las dos paradas que realizamos por el camino para estirar un poco las piernas, conseguimos superar la prueba. A las 14:00 estábamos frente al hotel y a la hora convenida todos degustábamos el menú pactado en el restaurante del mismo.

Tras un mini descanso, realizamos una visita panorámica por la ciudad y su recinto amurallado muy bien acompañados por Carmen, una de las dos guías que nos deleitaron con sus conocimientos a lo largo de los tres días que duró el viaje.

Tuvimos la suerte, y digo suerte porque se encontraba en los últimos días previos a su clausura, de poder disfrutar de la exposición “La Edad de un Reyno: Sancho el Mayor y sus herederos” que se estaba desarrollando en Baluarte, Palacio de Congresos y Auditorio de Navarra. Al igual que en el resto de las visitas que realizamos a los diferentes palacios y castillos navarros, ésta fue guiada, lo que te permite una visión mucho más amplia e intensa de todo lo allí expuesto. Una vez concluida la misma…, resto del tiempo libre.

Cada uno aprovechó para hacer lo que más le apetecía. Para la mayoría, obligada fue la visita al Café Iruña, antaño lugar de encuentro de personajes tan ilustres como Hemingway o Ava Gadner. Fundado en 1888, conserva su decoración original.

Resulta emocionante pasear por las calles por las que discurre el recorrido del encierro e imaginarte el nivel de adrenalina que bulle por el cuerpo de los que participan en el mismo. En una de ellas, La Estafeta, nos encontramos con Viso que deseaba saber cuál era la curva que se veía en la tele en la que derrapaban los toros. Mi compañera Ana, siempre tan dispuesta ella a ayudar a todo el mundo, no le pudo informar porque, y según palabras textuales, “me pilló el toro antes de la curva”.

El tema de la cena fue fácil de resolver. Todo el casco viejo está rodeado de calles en las que abundan los pinchos a cual más delicioso. Unos cuantos de ellos bien regados con buen vino y… dispuestos a regresar al hotel.

Ahí comienza la odisea. Se nos había indicado que la distancia a recorrer entre el casco viejo de Pamplona y la zona del ensanche en la que se encontraba nuestro hotel, se realizaba en unos diez minutos si atravesábamos La Ciudadela, fortificación en forma de pentágono que se halla en Pamplona y…mentira, todo mentira que lo digo yo que lo sufrí.

Los más atrevidos se decidieron a atravesar dicha construcción y…¡sorpresa!, se encontraron a medio camino con que les cerraron las puertas y apagaron las luces. Tras unos momentos nada agradables allí encerrados, consiguieron salir y no tener que quedarse a dormir al aire libre. Tardaron más de diez minutos en llegar al hotel.

El resto, decidimos rodear la fortificación y… también tardamos más de diez minutos en llegar al hotel. Nos llevó más de tres cuartos de hora y puedo asegurar que para encima no hacía nada de calor, así que cuando conseguimos llegar al AC, un café para calentar y a la cama a reponer fuerzas.

A la mañana siguiente, domingo 30 de abril, una vez rellenados los estómagos con el estupendísimo desayuno buffet del que disponíamos en el hotel, nos subimos nuevamente al autocar para emprender rumbo a los distintas zonas de Navarra en las que visitaríamos determinados palacios y castillos. En esta ocasión iríamos acompañados por nuestra guía Ana a la que daba gusto escuchar en todas sus exposiciones.

Lamentablemente, dos de nuestros compañeros de viaje tuvieron que regresar a Asturias por motivos familiares. Desde estas líneas deseamos darles ánimo y nuestro más sincero pésame.

Nuestra primera visita la realizamos al Castillo de Javier, situado en la localidad del mismo nombre cercana a la Ruta Jacobea. Construido en el siglo X sufre posteriormente varias reformas e incluso en el año 1516 fue parcialmente destruido por orden del Cardenal Cisneros. En el siglo XVI fue propiedad del padre de San Francisco Javier, y en este castillo nace el 7 de abril de 1506 el propio San Francisco Javier, cofundador, junto con San Ignacio de Loyola, de la Compañía de Jesús. La visita a la capilla nos permite admirar la imagen de nogal del Santo Cristo, del siglo XIV, que según la tradición sudó sangre en los momentos difíciles de la vida de San Francisco Javier, la última vez, el día de su muerte.

La costumbre de hospedar a los peregrinos se remonta a siglos atrás, ya que los señores del castillo albergaban a los transeúntes del Camino de Santiago. Actualmente, en el mes de marzo, se celebran las llamadas javieradas, que son peregrinaciones que se hacen hasta esta localidad navarra.

Una vez finalizada la visita al castillo y tras un breve descanso, emprendemos nuevamente ruta. Nos dirijimos ahora hacia el Monasterio de Leyre.

El Monasterio de San Salvador de Leyre se asienta sobre la balconada de la Sierra de Errando. El lugar es un mirador grandioso desde el que se contemplan tanto las montañas de Jaca al oriente como la basílica de Ujué al occidente. A los pies del mismo está el embalse de Yesa. Es un enclave mágico donde el tiempo parece detenerse. La leyenda dice que San Virila, Abad del monasterio en el siglo X tenía graves dudas sobre el concepto de la vida eterna del Cielo. Un día se embelesó escuchando los trinos del ruiseñor cerca de una fuente…Cuando volvió al Monasterio ningún monje le reconocía. ¡Habían pasado trescientos años!

El de Leyre es un monasterio milenario que llegó a ser uno de los más importantes de la España reconquistada. Entre los siglos X y XI es centro del poder de los reyes navarros, así como panteón real, alcanzando su plenitud bajo Sancho III el Mayor de Navarra.

La desamortización de Mendizábal de 1836 le privó de la vida monástica. Este abandono duró más de 100 años, causando la ruina del Monasterio, y no fue hasta la segunda mitad del siglo XX que las obras de restauración le devolvieron el esplendor monumental. Hoy en día el monasterio está habitado por monjes benedictinos de Santo Domingo de Silos desde 1954 y la Iglesia y la cripta están abiertas al público.

Regresamos nuevamente a la población de Javier, donde disfrutaremos del almuerzo en el restaurante Xabier situado en el hotel del mismo nombre, próximo al Castillo. Tras una nada despreciable comida, sobre todo cuando se llevan varias horas en pie realizando visitas, apenas dejamos que Rubén  la repose y proseguimos con el itinerario previsto dirigiéndonos hacia el Castillo-Palacio Real de Olite.

Parece ser que el primitivo castillo de Olite fue levantado sobre una antigua construcción de origen romano del siglo III durante el reinado de Sancho VII el Fuerte (finales del s.XII inicios del s.XIII). Posteriormente sufre varias reconstrucciones y en la actualidad se denomina Palacio Viejo y constituye el Parador Nacional de Turismo.

En 1350, con Carlos II el Malo, se inician las primeras obras de ampliación y será su hijo Carlos III el Noble quien a finales del siglo XIV una vez accede al trono realice las obras de ampliación de mayor envergadura dando lugar al gran conjunto que conocemos hoy día y que en su mayoría configuran el denominado Palacio Nuevo. Es una de las joyas de la arquitectura militar de Navarra. Como aspecto curioso hay que señalar que reunió un importante zoológico con animales exóticos y que posee un elemento de refrigeración peculiar: un pozo para el hielo.

Aproximadamente a las 19:00 horas abandonamos Olite y regresamos a Pamplona donde nuevamente disponemos de tiempo libre el resto del día.

Volveremos a degustar los pinchos pamplonicos, en especial los de la calle Estafeta y la Calle San Nicolás y después, nueva caminata hacia el hotel, aunque en esta ocasión, una vez estudiado el plano de la ciudad, elegimos un recorrido que sólo nos lleva 35 minutos. Nos preguntamos cuál sería el que se hacía en 10 minutos porque a la ida fuimos a través de La Ciudadela y nos llevó unos 20 minutos. Hay quien fue más espabilado (María Jesús y Carlos) y usaron la picaresca de dirigirse al portero de un hotel y solicitarle los servicios de un taxi. Lo que se hace con tal de no caminar más de lo necesario…

Ahora a preparar la maleta y dormir que mañana toca visita a la ciudad de Pamplona y regreso a Asturias.

Ya es lunes 1 de mayo y esto se acaba. Desayunamos opíparamente en el hotel, metemos las maletas en el autocar y nos dirigimos a la Plaza del Castillo desde donde iniciaremos la visita por la ciudad. Nos distribuimos en dos grupos, uno para cada una de las guías que nos acompañan, Carmen y Ana, y, a patear.

El recorrido por la ciudad y su historia, resulta de lo más entretenido y agradable. Se nos explica cómo se configuró lo que hoy es Pamplona a raíz de la unión de tres Burgos medievales (Navarrería, San Nicolás y San Cernín) e inicialmente visitamos la Catedral.

La Catedral es de estilo gótico y fue construida durante los años 1394 y 1501. El templo está presidido por una hermosa imagen de Santa María La Real, del siglo XII. Ante ella se coronaban los reyes navarros. Si un “posible rey” no prometía respetar y “amejorar” las costumbres navarras, no era proclamado Rey. Si lo hacía, al grito de “Real, Real, Real” y situado encima de un escudo, era proclamado y coronado Rey de Navarra.

En ella se conserva un crucifijo obra de Ancheta, de la escuela de Miguel Angel, que tiene la cabeza inclinada. Existe una leyenda que dice que cada vez se le cae más y cuando el mentón le dé en el pecho, se acabará el mundo.

Tras una exhaustiva visita por el interior de la Catedral, salimos al exterior de la misma y procedemos a recorrer las diversas calles de Pamplona, en especial, aquellas por las que tiene lugar el recorrido del encierro de Sanfermín. Éste comenzará cuando el reloj de la iglesia de San Saturnino (patrón de Pamplona) marque las 08:00 y se lance el primer cohete (txupinazo). Poco antes del comienzo del encierro, los mozos ataviados con un pañuelo rojo al cuello en honor a San Fermín, al que dicen le cortaron la cabeza por el mismo, se encomiendan a la imagen del patrón situada en la calle Santo Domingo y cantan tres veces: “A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición”. Son cuatro los cohetes que se lanzarán. El primero indica el comienzo. El segundo, que todos los toros salieron. El tercero, que todos los toros están en la plaza y un cuarto y último, que todo ha acabado. El encierro dura tan sólo, si todo va bien, unos dos o tres minutos, lo suficiente para soltar toda la adrenalina que se lleva acumulada en el cuerpo durante tanto tiempo.

Terminamos el recorrido por la ciudad y nos dirigimos al hotel, donde nos deleitan con una espectacular comida; tal parecía que estábamos celebrando la coronación de algún Rey. Finalizado el banquete, con gran pesar, nos subimos al autocar para emprender el regreso a nuestra tierrina a manos de nuestro particular Fernando Alonso, Rubén.

Todo a transcurrido perfectamente. Como dicen los pamploneses cuando durante el encierro no ha ocurrido nada malo, “San Fermín nos ha echado un capote”.

Comentar que en todo momento estuvimos acompañados de un auténtico Chicarrón del Norte. Aunque nunca llovió, la temperatura a lo largo de los tres días fue bastante “fresca”, lo que obligaba a llevar alguna prenda de abrigo, excepto a Julio, que se paseaba en mangas de camisa tan alegremente, atreviéndose incluso a utilizarla de manga corta. No, si ya dicen que el que vale, vale.

Muchas gracias a todos por haberme hecho este viaje tan agradable y, en especial a Viso, sin cuya total dedicación esto no sería posible. HASTA PRONTO!