CRÓNICAS 2006

SICILIA Y ROMA

Alfredo Felgueroso

Compañero jubilado de la Caja

Martes, 5 de septiembre de 2006 - ASTURIAS - PALERMO

A las siete en punto de la mañana la empresa Autopullmans Llaneza inició en Oviedo, con paradas en Gijón y Avilés, la recogida y traslado al Aeropuerto de Asturias de los 48 felices y afortunados viajeros con destino a Sicilia – Roma. Tal como estaba previsto en el programa confeccionado por la organización, el viaje se realizó hasta el aeropuerto de Palermo sin ningún contratiempo y absoluta normalidad.

Cuando casi todos habíamos recuperado nuestros equipajes y nos íbamos acomodando en el autocar, unos compañeros de viaje se retrasaban al echar en falta una de sus maletas. Se procedió a su reclamación y posterior denuncia del extravío. Disgusto y malestar durante algunos días; al tercer o cuarto día nos dieron la buena nueva, recibida con aplausos, de que la maleta había aparecido.

Son casi las ocho de la tarde, la misma hora oficial que en España, pero una hora de diferencia en la solar, cuando Aurelio, el conductor siciliano, arranca motores para llevarnos a Palermo. Viso hace la presentación de Hugo, el guía contratado por la agencia Condor-Vacaciones, que nos acompañaría durante todo el viaje: serio, discreto y educado. En un punto concreto, tomó de nuevo la palabra para señalarnos el lugar exacto, donde en 1992 se produjo una enorme explosión que reventó el asfalto e hizo saltar por los aires el coche donde iban el célebre juez Giovanni Falcone y su esposa. Este atentado perpetrado por la Mafia conmovió a toda Italia. Hay un antes y un después en la historia de la Cosa Nostra tras el atentado de Capaci. De alguna manera nuestro guía nos anunciaba, de forma un poco siniestra, que llegábamos a Palermo, la ciudad de los “delitos excelentes”.

En el barrio de Politeama, se halla ubicado el Hotel Mercurio Palermo Centro; moderno, confortable y muy céntrico: fue el alojamiento de nuestro grupo durante los tres días de estancia en la ciudad. La cena de esta primera noche tuvo lugar en la terraza del Bar Giada, restaurant-bistrot, situado en la peatonal Vía Príncipe De Belmonte, famosa por su animado ambiente nocturno.

Miércoles, 6 de septiembre – PALERMO - MONREALE

En el autocar, Hugo hace la presentación de Theo, la guía local: brillante, simpática y atractiva. La Capilla Palatina, en el Palacio de los Normandos, fue nuestra primera visita. A pesar de algún andamiaje, admiramos sus vastos mosaicos con fondo dorado de inspiración bizantina, el Cristo Pantocrátor; el conjunto es una muestra del arte árabe-normando .

Subimos a Monreale, desde donde se contempla la bellísima bahía palermitana y la Conca d’Oro, cuna de la Mafia. La catedral supera en esplendor artístico y arquitectónico a la Capilla Palatina. Es extraordinaria la luz dorada que invade su interior con sus 6.340 m2 de mosaicos, como majestuoso es su Cristo Pantocrátor. Otra joya de este lugar es el claustro del contiguo monasterio benedictino.

Volvimos a Palermo para continuar la visita panorámica por el centro monumental, hasta llegar a la iglesia Santa María dell’Ammiraglio, más conocida por La Martorana; boda en el interior y espera. Es también de estilo árabe-normando, con muchas modificaciones y añadidos; apreciamos sus mosaicos y los frescos barrocos. Finalizamos en la Catedral; un enorme edificio, muy trasformado a lo largo de los siglos, del mismo estilo, pero su interior es neoclásico. Foto del grupo en la vasta plaza con el pórtico de estilo gótico-catalán de fondo. Despedida de Theo, comida en la terraza de un restaurante cercano; tarde libre.

El grupo se dispersó por iglesias, museos, terrazas y tiendas; los objetos de cerámica, los collares de coral y los “pupi”, guerreros acorazados, tuvieron mucho éxito. A las 8,30 h tuvo lugar la cena en la Trattoria A Coccagna.

Jueves, 7 de septiembre – SELINUNTE – AGRIGENTO

Del Mar Tirreno al Mediterráneo, de Palermo a Selinunte, al Parque Arqueológico de las colosales ruinas de una antigua ciudad griega. A la entrada fuimos advertidos de la escasez de sombras en el interior y, dado el sol de justicia que golpeaba en aquel momento, las tiendas próximas abastecieron de coloridos y llamativos tocados a las damas, así como de blancas “coppolas” a algunos honorables caballeros, que no “hombres de honor”.

Los templos de Selinunte se denominan con letras por haber sido imposible descifrar a que divinidades estaban consagrados. En la colina oriental, sólo está reconstruido el templo E; en la occidental, aparecen los restos de otros cinco templos y de edificios civiles. Abajo, Marinella y su playa, un lugar idóneo para comer. Algunos mojaron los pies, no había tiempo para más, otro llenó una bolsita de arena para su colección.

Tomado alimento y fugaz reposo, Aurelio nos trasladó a Agrigento, directamente al Valle de los Templos, entre almendros y olivos. Presentación de Clorinda, la guía local, que sin más espera, paraguas en ristre atacó la colina del templo de Hera; seguimos la Vía Sacra hacia el templo de la Concordia, el mejor conservado de estilo dórico del mundo griego; los de Hércules y Júpiter y su atlante cerraron el recorrido.

Después de una calurosa jornada, cargada de arte e historia antigua, el Hotel Jolly Della Valle ofreció el contrapunto con sus instalaciones modernas y refrescantes: jardines con gran variedad de palmeras, piscina (algunos sacudieron su calor dándose un buen baño), terrazas, bar al aire libre y, para colmar incluso lo inesperado, un pequeño “teatro griego”, donde, al caer de la tarde, en su “cávea” se instaló un hombre-orquesta que con sus ritmos llevó el grupo a la pista de baile. Noche agradable con suave temperatura, cena al aire libre, en una de las terrazas, y viandas excelentes. ¿Se puede pedir más? Pues, sí: un recorrido nocturno alrededor del Valle de los templos, claro está, iluminados. Algunos, con andamiajes, restaron algo de vistosidad al espectáculo.

Viernes, 8 de septiembre – PIAZZA ARMERINA –RAGUSA – SIRACUSA

Atrás dejamos el litoral para adentrarnos en el desarbolado ocre-amarillo del interior de la isla. A media mañana llegamos a la suntuosa Villa Romana del Casale. Breve espera por Rosario, guía de turno; aparece y, sorpresa, es un “uomo”, si fuera una “donna”, sería Rosaria. Recorrimos las habitaciones y estancias de la lujosa mansión, perteneciente a algún rico patricio romano del III d. C., casi todas decoradas con ricos mosaicos de variada temática. Especial interés despertó la “Sala de las diez jóvenes hijas”, que llevaban prendas que recuerdan el moderno bikini.

Largo camino hasta Ragusa. Hugo aprovechó ese tiempo para dedicarlo a un tema latente en todos nosotros: el fascinante mundo de la Mafia. Hizo un amplio y magistral resumen de la historia de la organización, desde el feudalismo hasta el reciente encarcelamiento de Bernardo Provenzano.

Ragusa está construida sobre profundos y escarpados barrancos; fue duramente castigada por un terremoto en el siglo XVI. Reconstruida en estilo barroco, alberga elegantes edificios nobles; el Duomo de San Giorgio con su cúpula domina la colina. Muy cerca de la Piazza del Duomo está la simpática trattoria donde comimos, con una curiosa distribución de los comedores, menú variado con un risotto exquisito. Tiempo libre para tomarse una “granita” o un “gelo di melone” a la sombra. El sofocante calor no invitaba al callejeo.

Camino de Siracusa alguien recordó que era el día de Asturias; se entonaron el “Bendita la Reina denuestras montañas” y alguna más. Como una hora más tardeteníamos a la vista la silueta cónica de la virgen de las Lágrimas; minutos después estábamos instalados en el hotel Scandic by Hilton. Después de la cena parte del grupo se desplazó a la isla de Ortigia a disfrutar de su animado y bullicioso ambiente nocturno.

Sábado, 9 de septiembre – SIRACUSA

El día empezó algo accidentado. Saltó la alarma cuando una compañera no había aparecido, ni durante el desayuno, ni a la hora de salida hacia el Parque Arqueológico de Neápolis. Nadie sabe de ella; primero sorpresa, después preocupación. Afortunadamente nuestra amiga apareció en el hotel un tiempo más tarde. Según su relato había madrugado para asistir a una misa celebrada en el santuario de la Virgen de las Lágrimas, templo cónico con base redondo; había entrado por una puerta, salido por otra distinta y se despistó. En el primer hotel que encontró explicó su situación y allí acabo su aventura. En fin, al que madruga Dios le ayuda.

Nuestra nueva guía, Donnatella, nos condujo al Parque Arqueológico y a través de las gigantescas canteras, al interior del llamado Oído de Dionisio; al magnífico teatro griego y al anfiteatro romano. En la isla de Ortigia, desde las ruinas del templo de Apolo, a la Plaza de Arquímedes con la hermosa fuente de Artemisa, alcanzamos la Plaza de Duomo, el corazón de la isla. La catedral, que comparte espacio con varios palacios barrocos, fue construida sobre un templo dedicado a Atenea. Llegamos al lugar más visitado de Siracusa, el símbolo de la ciudad: la Fuente de Aretusa, manantial de agua dulce que fluye muy cerca del mar. Comida en el hotel y tarde libre.

El Paseo marítimo de Alfeo y Foro Itálico en Ortigia, las catacumbas y el Museo Regional Paolo Orsi, ocuparon nuestro tiempo.

Domingo, día 10 de septiembre – ETNA - CATANIA – ZONA DE TAORMINA

La primera etapa del día fue el Parque Regional del Etna. Ascendimos a través de las fértiles laderas hasta llegar al pueblo de Nicolosi. La ambigua policía siciliana nos informó de la salida inminente de un rally. Aurelio, después de varios intentos frustrados por otras vías, desistió. La organización decidió compensarnos con una visita a la cercana Catania.

En Catania, segunda ciudad más importante de Sicilia, barroca por excelencia, nos acercamos a la refinada y armoniosa Piazza del Duomo, centrada por la Fuente del Elefante, símbolo de la ciudad. En el interior de la catedral llamó nuestra atención la capilla de Santa Ágata y la tumba de Bellini, hijo ilustre de la ciudad. Paseamos por la elegante Vía Etnea hasta la Villa Bellini o Teatro Máximo V. Bellini. Algunos sacaron tiempo para sentarse en alguna de las terrazas de renombrados cafés, como Il Caprice, y tomarse un "machiatto" o un "ristretto".

Naxos fue la primera colonia griega fundada en Sicilia. Gardini Naxos –Restaurant La Cambuja- fue el lugar elegido para la comida del mediodía. Si la ensalada de pulpo y los calamares no fueron del agrado de todos, las hermosas y refrescantes vistas de la bahía, el monte Tauro con los pueblos encaramados de Castel Mola y Taormina al fondo, complacieron a todos.

La carretera que nos lleva a Taormina es una verdadera obra de ingeniería. Arriba nos espera la afable rubia Giovanna. Nos muestra la iglesia Santa Caterina, edificada sobre las ruinas del Odeón, teatro romano; enfrente, el palacio Corbaja, con un hermoso portal gótico-catalán; nos desviamos hacia la joya más preciada de Taormina: el Teatro greco-romano. Su formidable enclave, su magnífico entorno y la vista panorámica sobre el Mar Jónico y el volcán Etna, hacen que este lugar, desde el punto de vista paisajístico y monumental, sea único. Desde la Puerta de Messina a la de Catania es continuo el entretenimiento: tiendas, galerías, callejas que suben, balcones al mar, cafés, edificios curiosos, etc. etc.

Cuando volvíamos hacia Acireale Mare, al Hotel Santa Tecla Palace, tuvimos la grata sorpresa de contemplar el Etna en erupción. Al principio no descartábamos la posibilidad de que fueran nubes, pero, a medida que nos íbamos aproximando, aumentaba la humareda y se disipaban las dudas.

Después de la cena, la noche invitaba a tomar una copa en la hermosa terraza del hotel, con acceso directo al mar. Un hombre al piano, con su música, creó el ambiente propicio para la ocasión.

Lunes, día 11 de septiembre – MESSINA – CEFALÚ – PALERMO

Teníamos una larga jornada por delante sobre ruedas. Hugo la aprovechó para hablarnos de Literatura y Cine sicilianos; señaló la importancia de la lectura de El Gatopardo de G.T. de Lampedusa, imprescindible para entender la gente de esta tierra. Así llegamos a Messina, una ciudad que sufrió grandes desastres naturales. Parada japonesa en la parte alta de la ciudad, desde donde se disfruta de una extraordinaria vista del puerto, del estrecho y de la península. Nueva parada en la Piazza del Duomo, decorada con la Fuente de Orión; visita de la Catedral, de estilo normando y completamente reconstruida; a su lado está el campanile, exento, con su reloj astronómico. Muy cerca se encuentra la iglesia normanda de la Santísima Annunziata dei Catalani, con toques bizantinos y árabes.

Con la música de la banda sonora de El Padrino y antiguas canciones de Renato Carosone, llegamos a la bella ciudad de Cefalú. Directamente a un restaurante típicamente marinero, acogedor y simpático hasta en su sonora denominación, Al Porticciolo, que además de un excelente pescado fresco, ofrece una espléndida vista al Mar Tirreno.

La arteria principal de Cefalú es el Corso Ruggero de donde emanan pintorescas callejuelas. Unos baños árabes, un lavadero medieval, iglesias y edificios civiles de otras épocas te pueden sorprender, como su pequeño puerto pesquero sobre arcos ojivales que sirven para guardar sus barcas y aparejos. Destaca su imponente catedral normanda con sus ricos mosaicos y, cómo no, su Cristo Pantocrátor.

Atrás queda Cefalú, bella estampa, parada japonesa para la foto. En menos de una hora estábamos de nuevo en el Hotel Mercurio Palermo Centro. Cena en la ya familiar Trattoria A Cuccagna.

Martes, día 12 de septiembre – PALERMO – NÁPOLES

Cita previa con Hugo a las diez de la mañana en la Piazza Verdi para visitar el neoclásico Teatro Máximo. Nos informan que en aquel preciso momento el maestro Claudio Abbado se encontraba ensayando el concierto que daría aquella misma noche. Ante la imposibilidad de saber la duración del mismo y el riesgo de que las veleidades del maestro-divo nos echasen a perder la mañana, con cierto pesar, decidimos irnos. En la gran escalinata, delante de la monumental fachada, donde la hija de Michael Corleone es asesinada al final de la serie El Padrino III, se hizo una nueva fotografía a todo el grupo.

Sin perder más tiempo el grupo se dispersó. Algunos optamos por visitar el mercado del Capo, a pocos metros del teatro. A partir de la Porta Carini, cientos de puestos exhibían gran variedad de frutas, verduras, especias, pescados. A medida que nos adentrábamos en este sórdido y deprimido barrio, aumentaba la sensación de encontrarnos en un zoco o medina norteafricana. Desde el cuarto piso de un edificio casi en ruinas, una mujer hacía la compra utilizando una cesta amarrada a una larga cuerda. De la parte alta de un carromato-tienda mostraban corderos colgados por las patas echando sangre por la boca sobre el asfalto. Palermo profundo, ciudad decadente, llena de contrastes, compleja y fascinante.

Comida en la Trattoria A Coccagna; compras y visitas de última hora. El barco de la Naviera Snav, que cubre a diario la línea de ida y vuelta Palermo-Nápoles, nos esperaba. El embarque del equipaje, la distribución de camarotes y alojamiento se realizaron con ligereza y sin incidentes. A las ocho zarpamos y desde cubierta nos despedimos de Trinacria con un “arrivederci”, mejor, “a presto”.

Cena en el autoservicio y copas en el salón piano-bar, donde una encantadora joven napolitana de nombre Maria Grazia, con un correcto castellano y sentada al piano, animó la concurrencia durante horas. Le comunicamos que una de nuestras compañeras cumplía años e, inmediatamente, sonaron los acordes de “Cumpleaños feliz Berta…” La fiesta cobró vigor, foráneos y oriundos se animaron, hay piques en la danza, esbozos o amagos de ligue, se canta en español y en italiano.

Miércoles, día 13 de septiembre – NÁPOLES – POMPEYA – ROMA

La sirena del barco hizo las veces de teléfono-despertador, amanece en el golfo de Nápoles, se vislumbraban las siluetas cónicas del Monte Osma y del Vesubio; desayuno a bordo y aglomeraciones en el desembarco, con algún mal golpe. En tierra nos esperaban el autocar de turno, Giovanni, su conductor, y Rafael, Lelo, el guía local, ingenioso y bromista, que se ríe hasta de su apodo.

La primera visita concentró varios de los monumentos más emblemáticos de la ciudad: la Piazza del Plebiscito, rodeada por la columnata de la basílica de San Francisco de Paula, y el Palacio Real, el Teatro San Carlo, Galeria Humberto I y, muy cerca, el Castel Nuovo, fortaleza y residencia regia de los Anjou. Visita panorámica a través del paseo marítimo, Castillo del Huevo, Santa Lucía. Recorrido a pie del barrio antiguo. Llamó la atención una capilleta en la fachada de un bar, denominada Santa Capella Maradonna, con velitas, ornamentos y una foto del pive porteño. Recorrimos la vía San Gregorio Armeno, la calle de los belenes, con tiendas repletas de pequeñas esculturas que representan personajes famosos, polichinelas, figuras de belenes y algunas otras como la del fraile muy remangado, mostrando algo tan desproporcionado e inverosímil, que suscitó la atención de las damas y la perplejidad de los caballeros. En el Duomo fue imposible ver la capilla del patrono de la ciudad, San Genaro.

Bordeando la falda del Vesubio llegamos a Pompeya. Comida en el Suisse Pompei, enfrente de las excavaciones. Sin siesta y con un calor asfixiante entramos en la ciudad por la Puerta Marina, recorrimos la basílica, el templo de Venus, el Foro; visitamos algunas residencias nobiliarias, admirando sus patios, los frescos de sus estancias: curiosidad despertó en la Casa de los Vittii el dios Priapo, pesando en una balanza su “enormidad”. Los cadáveres de los cuerpos petrificados, en especial el de la mujer embarazada, el medidor de grano, la Tahona, el Lupanar y las Termas despertaron nuestro interés. Nos despedimos en el Teatro Piccolo con una prueba de su acústica; nuestro compañero Pais se prestó a ello, con su imponente voz grave.

Nos despedimos del simpático y afable Lelo y, de inmediato, tomamos el camino hacia Roma; unas cuatro horas más tarde circulábamos por las calles de la Ciudad Eterna. Nos llevaron directamente al Restaurante Visconti, en la orilla derecha del Tiber, donde cenamos. El madrugón, el ajetreo del día y el calor nos había dejado exhaustos. El hotel y la cama pusieron remedio a aquellos males.

Jueves, día 14 de septiembre – ROMA

El Hotel Londra & Cargill está situado en el residencial distrito Vía Veneto, al norte del Quirinal. Su emplazamiento permite desplazarse a pie a casi todos los monumentos, museos e iglesias intramuros. Confortable, elegante y buen servicio. En él nos alojamos los cuatro días que permanecimos en la ciudad.

Presentación de Paolo, nuestro guía en Roma; su estatura sería muy útil para los despistados. Mañana dedicada a una visita panorámica de la ciudad. Primera parada al lado de la Basílica deSanta María la Mayor con su obelisco en la parte trasera y su gran columna delante dela fachada. El campanile, del S. XIV, es el más alto de Roma. En su interior destaca los mosaicos de los siglos V y XIII. Segunda parada ante la Catedral de Roma: San Juan de Letrán, la madre de todas las iglesias. La rica decoración interior conserva las huellas de muchas remodelaciones. El palacio Laterano, anexo al templo, fue residencia papal. En la Piazza hay un obelisco que procede del templo de Amón, en Tebas. Cruzamos la antigua muralla romana para coger la Vía Appia Antica hacia las catacumbas de San Calixto. Vienen a la memoria los novelas y peliculas de “¿Quo vadis?” o “Fabiola”. Se advierte a los claustrofóbicos que se abstengan de entrar en el complejo funerario. Cuatro pisos con un recorrido de más de 10 km. de galerías; aunque el nuestro fue más corto, pudimos ver la Cripta de los Papas, la tan controvertida de Santa Cecilia y su efigie, una basílica subterránea, paredes recubiertas de inscripciones. Terminamos el circuito pasando por los lugares más emblemáticos de la ciudad, a los que volveríamos con más calma.

Comida en Giulio Cesare Ristorante con cocina típica romana y una decoración estilo romano antiguo. A la salida la presencia de la lluvia rompió todos los planes previstos para la tarde. Algunos intrépidos, provistos de paraguas y chubasqueros, desafiaron el mal tiempo y continuaron con su programa. El resto del grupo esperó en el hotel a que amainara el temporal. A media tarde todos estábamos diseminados por la ciudad, buscando afanosamente algo nuevo que descubrir.

Viernes, día 15 de septiembre – ROMA – TÍVOLI

La mañana se presenta con nubes y claros, pero las previsiones son buenas. En compañía de Paolo salimos hacia Tívoli que se encuentra a unos 30 km. Durante el ascenso, a través de verdes olivos, nos damos cuenta de que goza de una situación admirable. A partir del siglo II, la nobleza romana se encaprichó con la belleza de este lugar, construyendo lujosas villas.

Hipólito II d’Este, hijo de la famosa Lucrecia Borgia, fue el promotor de la fastuosa residencia Villa d'Este. Desde el vestíbulo y a través de un patio porticado accedemos a salas adornadas con hermosos frescos de temática muy diversa sobre paredes y techos; llamó nuestra atención especialmente el Salón Central por su bóveda totalmente pintada y una columnata de escorzo en el centro. La vista desde la terraza que da acceso a los jardines es impresionante, no lo es menos el recorrido a través de avenidas y pequeños senderos sobre varios niveles y de exuberante vegetación; nos quedamos sin palabras al contemplar sus innumerables fuentes y estanques: juegos de agua y colores.

Comida tivolina y casera en un lugar muy especial: Ristorante Antiche Terme di Diana, antiguas termas en uso desde el siglo I al IV d.C. Es necesario atravesar un antiguo pasadizo secreto para acceder a la Sala Diana, donde tuvo lugar la comida.

Tarde libre, tarde espléndida para caminar, deambular y disfrutar de esta extraordinaria ciudad. Al final del día eran unánimes las manifestaciones en cuanto al buen aprovechamiento del tiempo.

Sábado, día 16 de septiembre – ROMA

Día de la Beata Imelda; felicitamos a nuestra compañera homónima hasta por lo de santa. Día libre con una visita opcional al Vaticano. Muchos fueron los que se apuntaron a esta alternativa, incluidos algunos repetidores. Con el “pinganillo” a la oreja seguimos las instrucciones de Paolo. En el Patio de la Piña iniciamos el recorrido de los Museos del Vaticano, albergue de un inmenso tesoro de obras de arte. Atravesamos, admirados y perplejos, las salas de escultura griega y romana, de los bustos, las coloridas y luminosas salas de cartografía y tapices, la etrusca, la egipcia… La Capilla Sextina abarrotada, todo el mundo mira al cielo, solemnidad, se pide silencio insistentemente; apreciamos su reciente restauración y echamos de menos un poco más de tiempo. Dicen que son pocos los que se sienten decepcionados al entrar en la basílica de San Pedro. Su enorme cúpula, sus inmensas naves, el Baldaquino, su suntuosa decoración y armonía sobrecogen. Difícil el acceso a la Pietá de Miguel Angel.

A la salida llueve a mares; menos mal que en Roma, antes de que caigan dos gotas, aparecen por todas partes indios orientales provistos de manojos de paraguas para sacarte del apuro. No nos arredramos y, tras cobijarnos brevemente bajo la columnata de Bernini, cada uno hizo su elección. Los museos Barberini, Capitolinos, Castillo de Sant’Angelo, los centros comerciales, los cafés de la Piazza Navona, de la Rotonda, Caffé Greco, fueron opciones tomadas por muchos hasta que la lluvia dio una tregua.

Domingo, 17 de septiembre – ROMA – BARCELONA – ASTURIAS

Se podían contar las horas que quedaban para dar fin a este inolvidable viaje. Cerramos las abarrotadas maletas con cierta dificultad y, de nuevo, invadimos las calles de la vieja ciudad con el fin de exprimir al máximo los últimos momentos. Concentración del grupo en el hotel a primeras horas de la tarde; salida hacia el Aeropuerto Fiumicino. “A prego” Roma.

En el Prat de Barcelona nos despedimos afectuosamente de Hugo. Fue el guía ideal para este viaje. Llegada a Asturias pasada la medianoche; Autopullmans Llaneza se encargó de cerrar el circuito.

Sólo queda felicitar a la organización y agradecer su esfuerzo y entrega.