CRÓNICAS 2008

EXPO ZARAGOZA

Julia Gómez Merino

Compañera de la Caja, en el Monte de Piedad de Oviedo

 Partimos el día 3 de julio como estaba previsto con destino a Zaragoza, para llegar a la hora de comer, pero aunque llegamos un poco tarde, no hubo ningún inconveniente para avituallarnos en el Hotel Silken Reino de Aragón.

Zaragoza.

Después de comer nos esperaba nuestro chofer y la guía local dispuestos a llevarnos a conocer la ciudad en la ya habitual visita panorámica.

Durante el recorrido en el autobús fuimos viendo como Zaragoza se ha ido transformando en una ciudad moderna, que conjuga perfectamente su zona clásica con la expansión tan habitual en estos tiempos.

Visitamos la Basílica del Pilar y el Palacio de la Alfagería, sede de las actuales Cortes de Aragón, así como otros monumentos más de pasada, ya que la tarde era un poco corta y tanto en El Pilar como en la Alfagería nos paramos más tiempo por la importancia de ambos.

Basílica del Pilar. 

La actual Basílica comenzó a construirse en 1681, siendo encargado de ello Felipe Herrera el mozo, concluyendo lo principal del edificio en 1754. En 1725 el Cabildo encarga a Ventura Rodríguez  la transformación del aspecto de la Santa Capilla, que se termina en 1765. Sin embargo las obras se prolongarían por varios siglos hasta concluirlas definitivamente en 1961.

La Virgen del Pilar se encuentra en una pequeña capilla sobre la columna que la Virgen llevó hasta Zaragoza para entregársela al Apóstol Santiago con el encargo de construir un templo. Alguna vez oímos aquello de que la Virgen de Covadonga era pequeña y galana, pues bien, la imagen de la Virgen del Pilar aún es más pequeña, para verla bien hay que acercarse mucho a ella y pasar por entre los bancos repletos de fieles que allí están orando.

El templo es de un gran tamaño, inmenso, con una monumental sillería de coro digna de admiración y un impresionante retablo de alabastro. Cabe destacar también los frescos de Goya que tardó 41 días (entre octubre de 1780 y mayo de 1781) en pintar en la cúpula “Regina Martyrum” de 12 metros de diámetro y 212 metros cuadrados de superficie, una de las nueve que coronan el templo, en los que Francisco de Goya representó a la Virgen como Reina de los Mártires rodeada de santos que sufrieron martirio y de aquellos que gozan de la devoción de los aragoneses. También se conservan las bombas que durante la guerra de 1936 cayeron en la Basílica y no hicieron explosión.

La Basílica se encuentra en una amplísima plaza, donde también está el ayuntamiento y un monumento dedicado a Goya, dando la parte posterior del edificio al gran río Ebro. 

El Palacio de la Alfagería. 

Es uno de los monumentos más importantes de la arquitectura Hispano-musulmana del siglo XI. Auque el edificio ha sufrido sucesivas reformas, podemos pasear entre sus bellos pórticos ajardinados del Patio de Santa Isabel, por el Salón Dorado y el Oratorio.

Del periodo posterior a la Reconquista destaca el palacio mudéjar de Pedro IV, así como la capilla de San Martín.

La reforma más importante desde el punto de vista artístico es la realizada por los Reyes Católicos en 1492.

El palacio fue desde 1485 sede del Tribunal de la Inquisición, incluidas sus cárceles y acuartelamientos de tropas de 1706 en adelante.

Parte de sus dependencias son en la actualidad sede de las Cortes de Aragón.

Cabe destacar la Torre del Trovador, fechada en el siglo IX, en la que Verdi sitúa la acción de su famosa ópera.

Aquí nos hicimos la ya tradicional foto de grupo.

Después de la visita volvimos al hotel a cenar, a la noche, aquellos que aún conservaban alguna energía, salieron a dar un paseo por la ciudad.

La Expo Zaragoza. 

Día 4 y día 5 de julio, el motivo del viaje.

La Expo del Agua se celebró en Zaragoza desde el 14 de junio al 14 de septiembre pasado. Estaban representados mediante pabellones gran cantidad de países de todo el mundo así como las Comunidades Autónomas españolas. Durante los dos días de nuestra visita, estos estaban dedicados a Cabo Verde y a la Comunidad Valenciana el primer día, y el segundo a Argelia.

En la Expo había 22 pabellones dedicados a los participantes y 13 espacios para espectáculos.

Realizamos la entrada del primer día justo al lado del teleférico que cruzaba la exposición, para el que teníamos incluida la entrada, y desde el que se podía ver todo el recinto de la Expo desde altura suficiente para comprobar su gran tamaño y darnos una idea de lo mucho que tendríamos que visitar en estos dos días.

Y efectivamente, al rato entramos y ya nos dimos cuenta de los que nos esperaba, muchos pabellones, mucha gente, poca sombra y un sol de justicia que por la tarde nos castigaba de forma inhumana, pero era la Expo y era nuestra oportunidad para verla.

Algunos de los pabellones eran las estrellas de la exposición, España, Alemania y Japón, y su acceso era bastante complicado por las largas colas que se formaban a la entrada, estando limitado el número de visitantes de cada vez, lo que hacía que en el de Alemania, por ejemplo, las colas fueran de dos horas. En el de España había que entrar con ticket especial que se sacaba en unos expendedores que había justo delante del pabellón.

Un pabellón que me sorprendió gratamente fue el de Kazajstán, que presentaba una tienda nómada a la que accedías por un pasillo nevado que simulaba el invierno y que cuando salías, lo hacías al verano. Dentro de la tienda nos explicaban todo relativo a la vida de los nómadas.

No todos los pabellones estaban dedicados al agua, había más de uno que solo era un zoco donde poder comprar los productos del país.

Mención especial por su belleza arquitectónica y lo sorprendente de su contenido fue el de Aragón y mención negativa al de Asturias porque lo primero que veía el visitante al llegar eran unas enormes manzanas de aspecto muy apetitoso, pero de plástico.

Agradecer a Grecia el sabroso y famoso yogur griego que servían en su pequeña cafetería, riquísimo,  y Túnez, por su té con hierbabuena y que con el que pudimos corroborar el dicho “lo que quita el frío quita el calor”.

Uno de los grandes espectáculos del que todo el mundo hablaba era el “Iceberg, sinfonía poético visual”. El elemento central del espectáculo es un Iceberg de grandes dimensiones ante el que se contrapone la pequeña figura del hombre, principal responsable del cambio climático y a su vez primera víctima. Entre el Iceberg, el hombre y el Ebro se establece un diálogo de imágenes y conflictos minado por males causantes del cambio climático y que nos llevará consecuentemente a la invocación final de un mensaje de esperanza. Después de verlo sales con el corazón encogido.

Otro espectáculo era “La Cabalgata del Hombre Serpiente”, que se realizaba todos los días recorriendo todo el recinto de la exposición y representado por el Circo del Sol.

Podrían contarse muchas más cosas de esta Expo, pero sería interminable. Seguro que cada uno de los cerca de cinco millones de visitantes que tuvo tiene una visión diferente y su crónica no se parecería en nada a esta…

Después de estos dos días nos despidió Fluvi, su mascota, una gotita de agua que hacía las delicias de pequeños y mayores.

Viaje de regreso, 6 de julio. Bodegas Vivancos y Museo del vino de Briones.

En el viaje de regreso y como estaba previsto, la expedición hizo parada en Briones, en las Bodegas Vivancos, donde los amantes de los caldos de La Rioja disfrutaron como niños, primero de la explicación que nos dio uno de los encargados de la bodega, después de la visita a su museo, en el que se puede admirar una muy amplia colección de todo aquello relacionado con el vino, desde sarcófagos hasta cerámica de Picasso, que incluye 3.000 sacacorchos y el proceso tradicional de la fabricación del vino, y para terminar, de la comida de su restaurante donde nos deleitaron con los productos del campo riojano y naturalmente acompañados de sus afamados vinos. 

Llegamos a casa sin el menor contratiempo.