Francisco Javier Suárez Andrés Marido de Carmen Pérez, de Avilés Empresas |
Salimos de Oviedo a las 07:30 horas según el horario previsto por la organización, y debido al madrugón, la mayoría del pasaje aprovechó para dar unas cabezaditas en el bus, hasta la primera parada técnica a las 09:15 horas en el área de servicio de Palazuelo para desayunar. Buena bollería y zumo natural. Rapidez en el servicio y amplitud y limpieza en las instalaciones. No se puede pedir más en un bar de carretera.
A las 10:00 de nuevo en ruta por el árido paisaje castellano, llegando a Madrid a las 13:00 sin novedad ni incidentes que destacar en el trayecto, y a las 13:15 nos encontrábamos en el Hotel Lyabeni, magníficamente situado a un paso de Gran Vía y Sol, y en el que fuimos alojados en breves minutos gracias, como siempre, a la diligencia y buen hacer de Viso y de José Antonio (el tesorero). Estupendas instalaciones y cómodo acceso desde todas las zonas del centro.
Un lavado de cara y a patear Madrid. Aquí el grupo se dispersa y cada uno por su cuenta se dispone a aprovechar el día hasta la hora del espectáculo musical de la noche.
Madrid siempre provoca en este viajero sentimientos encontrados. Por un lado la ciudad te acoge con su múltiple y variada oferta cultural, deportiva, de ocio, siempre mostrándote algo nuevo con qué sorprenderte. Y por otro te engulle con el caos de algunas zonas, el tráfico ruidoso y desordenado y el paisanaje que pulula por muchos sitios concurridos en busca de fortuna ajena y que te provoca cierta intranquilidad. A pesar de todo el balance siempre es positivo y merece la pena regresar a esta ciudad.
Así que algunos nos fuimos a pasear por el Madrid de los Austrias, visitamos la Plaza Mayor con su ambiente multicolor y donde un gran número de mimos ofrecían sus personajes, muchos de ellos verdaderamente muy trabajados.
Después del paseo, unos vinitos por la Cava Baja
Y un poco más tarde hubo que buscar un sitio donde comer, y algunos dimos capricho al cuerpo en Botín (c/ Cuchilleros, 17) donde habíamos reservado para conocer la cocina del restaurante más antiguo del mundo (según ellos mismos y el Libro Ginness de los Récords). La comida no estuvo mal, pero demasiada gente muy apelotonada para aprovechar el espacio y demasiado calor, aunque merece la pena por conocer el interior de la casa y la decoración.
Después de la pitanza, de nuevo a pasear la villa y corte, y en nuestro caso hicimos algunas de las propuestas del programa del viaje. Primero nos dirigimos a la estación de Atocha para ver el homenaje a las víctimas del 11-M y los bonitos jardines que hay en el interior de la propia estación.
Más tarde nos dirigimos al Centro Cultural Caixa Forum, en el Paseo del Prado, en cuyos exteriores puede verse una exposición de esculturas de Auguste Rodin, entre ellas su famoso “Pensador”.
La tarde fue agotadora, y la terminamos con una merecida cervecita en una terraza de la Plaza de Santa Ana.
Regreso al hotel a las 20:30 para un breve descanso y ponerse guapos para el musical. Teatro Coliseum en Gran Vía 78, la cita a las 22:00. Excelente calidad del sonido y del cuerpo de baile, se notaba que los protagonistas son más bailarines que actores y actrices. Un buen tono general en el conjunto de la obra, aunque parece que el tema de adolescentes americanos de hace tres o más décadas es un modelo ya agotado para el musical; aunque no estuvo mal recordar la música disco y el ambiente de aquella lejana época en que casi todos teníamos más pelo y menos kilos.
Desayuno a partir de las 08:00 en el Hotel Lyabeni; un bufet muy aceptable en un comedor muy acogedor.
A las 09:15 todos listos y abandonamos Madrid con rumbo a Ávila, adonde llegamos con un leve adelanto sobre el horario previsto, por lo que Viso nos concede media hora para tomar un café o dar un paseo mientras llega la guía que nos va a acompañar en la visita a esta ciudad monumental. Y aquí es el momento en el que produce la única incidencia negativa de todo el viaje, ya que después de estar esperando una hora en el centro de recepción de visitantes por la mencionada guía, nos enteramos de que aún va a tardar un buen rato más, por lo que Viso convoca asamblea y se decide realizar la visita por nuestra cuenta, ya que muchos conocíamos la ciudad de visitas anteriores, por lo que con ayuda de planos e información facilitada por personal del centro de recepción nos dispusimos a realizar la visita por nuestros medios, visitando la Catedral, la Basílica de San Vicente y las Murallas, entre otras maravillas que esta ciudad alberga. Quiero dejar constancia que a pesar del incidente la jornada siguió transcurriendo con buen ánimo, y que en ningún caso cabe achacar el fallo a la organización del viaje, que en todo momento trató de solventar la situación con la mayor rapidez buscando soluciones, sino a un malentendido entre algunas de las personas que a nivel local habían organizado la visita. Unas yemas de Santa Teresa y un vermut después del paseo y las visitas nos endulzaron la sesión matinal.
A las 14:30 nos dirigimos al lugar acordado para la comida, el Mesón del Sol, donde dimos cuenta de un menú típico de productos de la tierra, entre los que probamos un cochinillo para chuparse los dedos.
A las 16:00 de nuevo en ruta hacia Asturias; y, tras una parada de nuevo en el área de servicio de Palazuelo a las 18:30, llegamos a destino sin novedad a las 21:30, gracias al oficio y buen hacer como siempre de los conductores de Llaneza.
Bueno viajeros, por esta vez nada más. Ha sido un placer. Salud y nos vemos en una nueva escapada.