Juan Jesús García Areces Compañero de la Caja, en Organización |
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Comenzaré diciendo que es la primera vez que voy a un viaje del Club de Viajes y como novato me “eligieron”, sin darme otra opción, para hacer un resumen del viaje.
En una mañana lluviosa, poco a poco fueron llegando los viajeros y un autobús de Pullmans Llaneza que olía a nuevo como si fuese el primer viaje que realizaba; al volante un conductor llamado Rubén, que por los saludos era habitual en estos viajes y que a esas horas de la mañana, no dio señales de su gran capacidad tanto para conducir como para animar a los viajeros que lo acompañan.
A eso de las 7:00 horas (con 10 minutillos de retraso) iniciamos la marcha hacia Avilés, siguiente punto de recogida que se realizó, tras los saludos de rigor entre los conocidos, sin ningún problema y sin más dilación nos dirigimos hacia Gijón que al igual que en el anterior parada se recogió a los viajeros sin incidencias. Desde que salimos nos acompaña una persistente lluvia.
Una vez completado el pasaje, inicia el Coordinador una serie de entregas (hoja por hoja) con información sobre, comidas, horarios, lugares, etc. Y comienzan los comentarios, que si a mi no me gusta el menú de la cena del sábado, pues a mí la comida del domingo tampoco... El Coordinador escucha, toma nota y calla.
En principio el viaje se hace un poco monótono, se le pide a Rubén que ponga música y él muy complaciente pregunta: ¿qué nos parecen los Rolling?. Y como nadie se opone inserta un CD que tras los primeros compases, resultó ser un Mick Jagger un poco negrín con una voz extraña: Antonio Machín en toda regla, al que fuimos oyendo un buen rato.
A las 9:20 paramos en Pesues un cuarto de hora para desayunar (cafés, corbatas…) y proseguimos viaje. La lluvia nos sigue acompañando, hasta el área de descanso de Arrigorriaga en Bizcaia en la que paramos media hora, aquí parece que deja de llover aunque el cielo sigue estando cubierto.
Atravesamos Bilbao, pasamos cerca de Vitoria y Pamplona y cogemos la carretera N-240 que es bastante sinuosa, sobre todo el tramo que pasa por el borde del embalse de Yesa, que se hace eterno para algunos.
Por fin, tras varias consultas del Coordinador con el que sería nuestro guía durante todos los días llegamos a Santacruz de Seros, punto en el que se une al grupo el guía David, que a primera vista sorprende a más de uno.
Tras ciertos titubeos por el tamaño del autobús, a las 15:15 llegamos al Monasterio Nuevo en cuya Hospedería degustamos una comida, que tras el largo viaje nos pareció muy buena (y es que lo estaba).
Pasadas las 5 y tras sacar unas fotos con el Monasterio Nuevo de fondo procedemos a bajar al Viejo, algunos incluso se atrevieron a hacerlo a pie casi emulando a San Boto. Tras la visita que aunque se retrasó un poco, resultó interesante por lo singular del Monasterio casi debajo de una montaña de piedra.
Tras abandonar el monasterio llegamos al hotel Reina Felicia sobre las 8 menos cuarto y, tras estar 15 minutos secuestrados en el autobús hasta que no nos entregaran las llaves, por fin pudimos acceder a nuestras habitaciones.
Tras cenar en el hotel algunos se dieron un “voltio” por Jaca otros (la mayoría) prefirió descansar para afrontar la siguiente jornada.
Día de fiesta nacional (Primero de Mayo) y además el Primer Viernes de Mayo, fiesta que se celebra en Jaca para conmemorar la victoria de los jaqueses ó jacetanos contra los moros, según la leyenda en esta victoria tuvieron mucho que decir las mujeres del pueblo, cuando vieron que la situación de sus compañeros era delicada, se vistieron de hombre y metiendo todo el ruido que podían acojonaron a los moros y claro estos escaparon por si acaso.
Desde el hotel se ve pasar gente (algunos un poco perjudicados) que va a celebrar una especio de romería de “prau” en la que cada grupo prepara la comida en parrillas, parecido al Xiringüelu, al Carmín…” pero con hogueras.
Tras el desayuno en el hotel nos disponemos a realizar la visita prevista en el programa.
La primera parada es Riglos, donde unas montañas verticales, llamadas mayos, hacen las delicias de los escaladores y de la vista de los visitantes. Allí impresiona ver algunos escaladores en plena faena. La verdad es que vimos más escaladores de los que había, después algunos resultaron ser buitreras, manchas en la roca, etc.
De Riglos nos dirigimos al Castillo de Loarre, a la puerta del castillo nos recibe el guía, Pedro, que nos indicará sus entresijos y que por su melena al viento ya delataba que el castillo corría el aire, y a que velocidad. No es extraño que los únicos habitantes fuesen los soldados que lo defendían y hacían las labores de vigilancia. Desde el castillo se ve la Hoya de Huesca una llanura impresionante. Por cierto en este castillo se rodó la película “El reino de los cielos” de Ridley Scott.
Como las visitas eran atrayentes para el personal, se fue acumulando cierto retraso en las visitas.
La siguiente parada fue el pueblo de Bolea para visitar su Colegiata de Santa María la Mayor. Aquí para recuperar tiempo y como hay que subir a pie hasta lo alto del pueblo, el Coordinador recomienda que el/la que no se encuentre en plena forma será mejor que nos espere por los alrededores del autobús.
La subida se realiza en tiempo de record, en 10 minutos, aunque decían que se tardaban unos 20, por lo que se agradece que la guía nos invite a sentarnos para escuchar sus explicaciones. Merece la pena la visita por ver el retablo mayor.
Tras enjugar el retraso acumulado, por fin nos dirigimos al restaurante “La Venta del Sotón” a comer ternasco con buen vino de Somontano.
En vez de sobremesa, saboreando todavía el café, nos dirigimos a Huesca para visitar la ciudad. Allí nos espera la guía, Virginia. Visitamos la Iglesia románica de San Pedro el Viejo con un claustro muy bonito, después la catedral que impone su sobriedad gótica así como su retablo mayor en alabastro “sin pintar” y el altar en plata, plata.
En el Ayuntamiento, para visitar la sala en la que se encuentra el famoso cuadro de la Campana de Huesca. Para mantener el suspense la entrada y las primeras explicaciones de Virginia fueron en una penumbra casi total. Una vez visto el cuadro en el que se observa a Ramiro II y las cabezas cortadas de 12 nobles, la leyenda resultó sorprendente y “rompedora”, sobre todo para los nobles de aquella época, no me extraña que en Huesca, la nobleza desapareciera por un tiempo.
Tras un pequeño paseo por la ciudad, regresamos al hotel.
Previo paseo por Sabiñánigo para hacer tiempo, visitamos el museo de Ángel Orensanz y Artes de la Comarca del Serrablo. Conducidos por una guía, Begoña, que se esmeró en indicarnos todo tipo de detalles del Museo, visitamos todos los rincones de la Casa El Batanero que es donde se ubica. Allí pudimos ver chimeneas con espantabrujas, lavadoras en cestos de mimbre, aperos de labranza muy parecidos a los que nos enseñaron nuestros abuelos, los andadores para niños (precursores de los “Jane” ó “Chicco”) y un sorprendente documento de un ajuar realizado ante notario, en el que se detallaban hasta los pañuelos, meDÍAs, servilletas y si estaban usados o nuevos.
Posteriormente nos dirigimos a Larrés para visitar el Museo del Dibujo Julio Gavín ubicado en un castillo rehabilitado para albergar este Museo. Recibidos por Alfredo, que resultó ser hijo y además con muchos lazos con Asturias. Las obras son donaciones de sus autores y se pueden observar dibujos de Dalí, Zuloaga, Piñole, etc. Y por supuesto algunos cómics originales, de Mortadelo, El Capitán Trueno, historietas del TBO, etc.
Nos trasladamos a Tramacastilla, al pie de las montañas pirenaicas y tras algunas peripecias para aparcar el autobús comimos en el restaurante Privilegio.
Por la tarde visitamos la estación de esquí de Formigal, en la estación y montañas de alrededor todavía se ve mucha nieve.
A continuación visitamos el Balneario de Panticosa, más bien sus alrededores ibón incluido. La subida se hizo un poco inquietante, por el mal estado y los precipicios de la carretera; tal es así que durante la subida “se oía” un silencio sepulcral roto a veces por las preguntas de David para saber como lo estaban pasando los de atrás, se observaban sonrisas forzadas, pero que se volvieron carcajadas con la llegada al Balneario y por supuesto con “el chiste del camello” contado magistralmente por Rubén. La bajada sin problemas, aunque alguno bajo andando.
Tras parar en Panticosa pueblo para ver su iglesia o tomar un refresco al pié de los remontes de la estación invernal, unos regresamos al hotel para ver el Madrid – Barcelona y otros se quedaron en Jaca.
Tras el disgusto de algunos y la alegría de otros cenamos en el hotel y para finalizar la jornada como días anteriores.
Como era domingo y la planificación nos dejaba en Jaca, este día la “DÍAna” se tocó una hora más tarde.
Nos ponemos a disposición del Coordinador a las 9:30 horas para que el autobús nos traslade al centro de Jaca. Quedamos con Pilar (la guía) en la Ciudadela, primer monumento previsto en la visita; allí intentamos ver unos ciervos que viven en el foso, pero no lo conseguimos, cuando aparece Pilar también aparece un ciervo ¿estarían compinchados?.
La visita a la Ciudadela se reduce a ver la entrada y una explicación de su historia, como no coincidían los horarios de visitas con los nuestros, hemos dejado para una próxima ocasión la visita intramuros.
De la Ciudadela damos un paseo por el casco antiguo de la ciudad, Ayuntamiento (solo para ver la fachada), Torre del Reloj, la estatua de Ramiro (el aragonés).
La catedral, primera románica en España, construida en honor de San Pedro, por “necesidad” al ser nombrada la ciudad capital del reino de Aragón; en ella contemplamos la “vara jaquesa” unidad de medida (aprox. 77 cms.) que antiguamente se utilizaba en los mercados de alrededor para medir, y por supuesto el “ajedrezado jaqués” que por estas tierras aparece en todos los monumentos. Pasamos a visitar en el interior, la capilla de Santa Orosia, las pinturas del cuñado de Goya, etc.
De la catedral volvimos al Ayuntamiento en el que nos esperaban el Alcalde y el Vicealcalde, Juan Vila, que ejerce de asturiano en Jaca y que nos dieron la bienvenida en el salón de recepciones, con un aperitivo y una bonita lámina de la ciudad.
Abandonamos Jaca y nos dirigimos en autobús a Canfrán, allí visitamos la Estación Internacional, imponente, aunque en horas bajas, a ver si ponen de acuerdo los diferentes estamentos para recuperarla.
De Canfrán nos dirigimos en autobús (vaya curre que de dimos a Rubén) al Valle de Hecho, para comer en una borda, que es como una casería asturiana o una masía catalana. Tras unos kilómetros, el camino se hace más estrecho y por momentos el autobús más grande. A pesar de los esfuerzos de David (el guía) por asegurar que en la borda el autobús podría dar la vuelta y tendría aparcamiento, parecía que tendríamos que volver marcha atrás. Tras esquivar árboles, baches y señales llegamos a la borda, el autobús pudo dar la vuelta y, aunque no se lo que dirá ahora Rubén, el viaje mereció la pena solo por la vista y el paisaje. Por la comida también, aunque el conejo, me pareció que no era el plato predilecto de todos.
De vuelta, sin la incertidumbre del destino, las curvas y la estrechez de la carretera eran menores. Paramos en Jaca para hacer una última visita, que estaba medio desierta, y volvimos a cenar al hotel.
Tras volver a madrugar y realizar las tareas de recoger y hacer las maletas a las 9 de la mañana ya estábamos en marcha. La vuelta la realizamos por Zaragoza, para evitar la carretera sinuosa de la ida y que produjo algún que otro mareo. El buen tiempo sigue acompañándonos.
Antes de llegar a Logroño, primer punto de destino, surgen las discrepancias para la vuelta, ¿por Bilbao o por León?.
Ya en Logroño con el tiempo justo para hacer una pequeña visita y tomar un tentempié, cada uno se busca la vida a su manera.
Es de destacar el éxito obtenido en la expedición las calles de San Juan y Laurel, en la denominada “Senda de los Elefantes”, por las que casi todos los hemos pasado para degustar la cantidad de sabores que, a modo de pinchos, se puede encontrar en ellas (champiñones, cojonudos, matrimonios, …), sin menospreciar el buen vino de la tierra que también ofrecen junto a la comida. Los hubo que prefirieron sentarse, con un mantel de por medio, para degustar las patatas a la riojana.
En resumen que la parada de 2 horas y media resultó ser un poco escasa y como en alguna otra parte del viaje hemos dejado “aniciu” para otra vez.
Con una puntualidad inglesa, a la hora prevista (15:30) nos pusimos de camino a Asturias y por fin ya con la polémica resuelta, volvimos por Bilbao.
Tras realizar una parada técnica en Pesues, donde paramos también a la ida, llegamos sin novedad a nuestros respectivos destinos.
En resumen el viaje fue muy agradable, un tiempo excelente y el grupo fantástico, tanto a nivel de convivencia, ambiente como de puntualidad. No le hemos dado mucho trabajo al Coordinador, pero es de destacar que él también se portó.
No quiero finalizar sin mencionar la buena labor de David, el guía que nos acompañó durante todo el viaje y de Rubén, que nos condujo con gran maestría, profesionalidad y sobre todo con un fantástico buen humor durante todo el viaje.
Y por último, enhorabuena al Coordinador, Viso, por la organización y por estar siempre pendiente de la gente.
Y aunque la vida del turista dicen que es dura, no hay nada como repetir.