Grupo Cham Rosa, Raquel, Cristina, Maxi y Lola son grandes viajeras, tanto dentro como fuera del Club |
DIA 28: ASTURIAS-LISBOA
DIA 29: LISBOA
DIA 30: LISBOA-BATALHA-OBIDOS-PENICHE-LISBOA
DIA 31: LISBOA-SESIMBRA-CASCAIS-ESTORIL-LISBOA
DIA 1: LISBOA-SINTRA-LISBOA
DIA 2: LISBOA-EVORA-ASTURIAS
Todo viaje lleva implícito tres experiencias diferentes: la preparación, el desarrollo del mismo y contarlo posteriormente y ninguna se parece entre sí, es lo bueno que tiene: POR EL MISMO PRECIO HACES TRES VIAJES.
Esta crónica realizada por el “Grupo Cham” está dirigida principalmente a los que realizamos este viaje y a todos los demás que la quieran leer y particularmente a aquellos incrédulos que dudaban de la elaboración de la misma (casi aciertan pero más vale tarde que nunca) y aquí está, un poco retrasada pero nos sirve para recordar ese estupendo viaje que nos llevó a tierras lusas allá por los meses de marzo y abril.
Emocionados y expectantes ante el viaje que nos lleva fuera de España y a un país vecino y querido como es Portugal.
Los viajeros muy puntuales y contentos de iniciar una nueva experiencia viajera nos acomodamos en nuestros asientos y empezamos desde el primer momento a disfrutar del paisaje y de los compañeros con los que vamos a compartir estos seis días.
Después de una parada de media hora en Villaquejida para estirar piernas y cambiar de conductor ya vamos en dirección a Ciudad Rodrigo.
El bus que nos lleva es de la empresa G. Nieto y el conductor que nos acompañó que se llama Pepe hizo demostración durante todo el viaje de su experiencia profesional y realizamos todo el recorrido sin contratiempos.
La parada para almorzar es en Ciudad Rodrigo, llegamos a la una y cuarto, era día de mercado y estaba muy concurrido y con mucho tráfico, nos acompañó la policía muy amablemente hasta el aparcamiento.
La comida fue en el hotel Conde Rodrigo y resultó estupenda.
De nuevo al bus que nos queda recorrido para llegar a destino. Se fueron haciendo las paradas reglamentarias y a las 8 en el hotel.
El hotel donde nos alojamos es el Vip Diplomático muy bien situado, resultó muy confortable y los empleados del comedor y de recepción encantadores.
Distribuidas las habitaciones vamos a dar un paseo por la Avenida Liberdade para entrar un poco ya en la ciudad y hacer tiempo para la cena que es a las nueve.
En el comedor nos sorprenden en la cena con una sopa de legumes, bacalhau espiritual y peras bebadas, todo exquisito y perfecto para ir a la cama a descansar del viaje y empezar con fuerza a la mañana siguiente la visita de la ciudad.
En el hotel nos recoge la que va a ser, en este día, nuestra anfitriona y guía, Susana. Con ella, y en bus, iniciamos la visita de la ciudad, nos dirigimos al mirador del parque de Eduardo VII, para desde ahí tener una visión general de la misma; la Avenida da Liberdade, el Tajo al fondo (o mar de la paja como lo llaman aquí por el color del sol sobre el agua), el botánico (conocido como la estufa) y la famosa y polémica obra de Joáo Cutileiro como homenaje al 25 de abril (la misma necesitó de una descripción detallada de sus componentes...). Al final del parque destaca la estatua del Marques de Pombal, quien reconstruye la ciudad tras el terremoto de 1755. Desde aquí se da paso a la Avenida da Liberdade, avenida que se abre en el s. XIX a todo el mundo, anteriormente había que pagar por transitar por ella y sólo podían entrar unos pocos (realizaban actuaciones por la calle). A destacar, las aceras portuguesas (calzada portuguesa de dibujos y adoquines).
Actualmente se conservan vestigios sólo de los asentamientos romanos, de las anteriores civilizaciones no. Se pueden visitar las ruinas de Olissipo (la antigua ciudad), ciudad subterránea a la que según nos dicen sólo se puede bajar un fin de semana al año.
Continuando por la Avda. principal, llegamos a la Pza. de Rossio (o Pza. de Don Pedro IV), es el centro neurálgico de la ciudad, en la misma destacan el Teatro Nacional, a la izquierda de éste la estación de ferrocarril (de donde salen los trenes con destino a Sintra). La calle peatonal Rúa Augusta hace de enlace entre la Pza. Rossio y la Pza. de Comercio, siendo ésta la más importante de la ciudad. Fue construida donde estuvo situado el palacio real antes de ser destruido por el terremoto de 1755.
Con la intención de subir al castillo, pasamos por la casa de los bicos, hoy convertida en fundación José Saramago, Barrio Alfama, de origen árabe, adonde llegaron los moros del norte de África. Fue el barrio más rico en la Edad Media, pero debido a los continuos seísmos, la gente adinerada empieza a abandonarlo, quedando el mismo para las clases bajas. Hoy se ha convertido en un barrio popular.
Nuestra siguiente parada es la catedral (siendo domingo de ramos, la encontramos especialmente decorada).
Los santos de la ciudad de Lisboa son San Antonio y San Vicente. San Antonio se bautizó en Alfama, y el 12 de Junio se realiza un desfile por la Avda. de la Liberdade, donde los diferentes barrios de la ciudad desfilan con ricos trajes. Es típico de esta fiesta, comer sardina entre dos trozos de pan. Desde hace 15 años, el 13 de junio se realiza, pagada por el ayuntamiento, en la Catedral la boda de 16 parejas. Las parejas son elegidas por representantes del Ayto., entre gente humilde, trabajadora...
Por toda la ciudad (farolas, semáforos...etc.), se observa el símbolo de la ciudad, una carabela con 2 cuervos (hace alusión al relato de que siendo San Vicente, patrón de la ciudad, martirizado en Valencia (s IV d.C) y arrojado al mar, de donde lo sacan dos cuervos... En el S VIII fue traído al sur de Portugal, donde permanece 400 años en el Cabo de San Vicente y posteriormente se trae a la capital en una carabela.
Después de comer en el hotel, volvemos al bus para conocer el barrio de Belem y sus dos joyas imprescindibles (la Torre de Belem y el Monasterio de los Jerónimos). De este barrio salían los barcos hacía el nuevo mundo. Para llegar allí, primero pasamos por el Palacio Rosa (residencia del presidente del país), a quien no pudimos visitar, dado que la falta de bandera indicaba que no se encontraba en el mismo.
La Torre de Belem la manda construir Manuel I de Portugal en el siglo XVI. Era un edificio de defensa del puerto y la ciudad que se construye dentro del agua (hoy con tanto cambio climático ya está prácticamente en tierra), su estilo es el manuelino (a saber, destaca la esfera armilar la decoración relativa al mar...etc.). Después de su visita interior un poco azarosa, dado la multitud de gente que había (domingo espectacular de sol), nos dirigimos a visitar la otra joya del barrio, el monasterio. Visitamos la iglesia, el claustro y no podemos marchar del barrio sin pecar en la pastelería Casa Pastéis de Belém. A base de paciencia y tesón se consigue mesa para degustar los ricos pasteles de nata (aunque sean de crema). Se dice que de media se hacen 19.000 pasteles al día, no los contamos, pero la cola para comprar era inmensa.
Característico de la ciudad son los tranvías. El primero es de 1801. Hoy hay 58 modernos, de los años 90 (son más largos, más rápidos y con más gente), pero no llegan a las 7 colinas de la ciudad, van hacía Belem. Los amarillos, los más típicos, (suben a las 7 colinas, llevan menos gente).
Los rojos, son los turísticos, no hacen paradas y hay explicación con auriculares. Destacar el 28 y la experiencia en el mismo (pero ya no es de éste día, sino del penúltimo)
Nos pusimos en marcha a las 9, ya que teníamos por delante, un día muy completo de carretera y visitas.
Nuestra primera parada, después de unas dos horas de autobús, durante las cuales, nuestra guía nos fue dando información sobre lo que nos íbamos a encontrar, fue Batalha. Villa fundada por el rey Joao I, dominada por su impresionante Monasterio de Santa María da Vitoria, declarada como Patrimonio Mundial por la Unesco en 1983.
Monasterio de estilo gótico y manuelino, mandado construir por el Rey Joao I, como promesa por la victoria en la batalla de Aljubarrota en 1385, contra el ejército castellano.
Se empezó a construir en 1386 y se dieron por finalizadas las obras en 1517, aunque se dejaron sin acabar las famosas capillas Imperfectas, donde pudimos ver los túmulos de D. Duarte y Dña. Leonor.
Cabe destacar también el Claustro Real, la Sala do Capítulo, y su impresionante fachada, así como los espectaculares vitrales de estilo flamenco de la Capilla Mayor y la Sala Capitular construidos en 1514.
Tras esta espectacular visita tuvimos tiempo antes de la comida para pasear por Batalha y como no, realizar algunas compras.
Después de una “copiosa” comida, salimos hacia Óbidos, pueblo muy pintoresco, construido en lo alto de una colina y rodeado por una muralla del Siglo XIV, que se puede recorrer en todo su perímetro.
Óbidos es Patrimonio Nacional y actualmente se está estudiando clasificar al conjunto como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Vila Literária de Óbidos, una lista de espacios alternativos en los que comprar libros y entregarse a la lectura en la que también hay un mercado biológico o una agenda de actividades culturales.
En 1282, los reyes Dom Dinis y Doña Isabel, celebraron su boda en la localidad, convirtiéndose desde entonces, en el sitio donde se casaba lo realeza lusa.
Mereció la pena patear sus callejuelas medievales, con sus casas de fachadas blancas decoradas con azulejos típicos de esta zona portuguesa y ventanas con flores.
Destaca su castillo, Castelo de Dom Dinis, con orígenes romanos, recuperado en el S. XX, tras los destrozos ocasionados por el terremoto de 1755. En julio de 2007 fue declarado como una de las 7 maravillas de Portugal y actualmente alberga una pousada.
Descendiendo desde el castillo, nos encontramos con la Iglesia de Santa María, en su interior brillan los azulejos del s. XVII.
Cada año, en el mes de julio se celebra un mercado medieval con recreaciones históricas. Aunque no deja de ser uno más del estilo de los que se organizan, éste es especial por el entorno en el que se ubica.
Cabe destacar también la Rúa Diritia, la calle más transitada por los turistas, con tiendas de recuerdos y bazares, donde pudimos degustar el típico licor Ginja de Óbidos, servido en vasitos de exquisito chocolate.
La decepción del día de hoy, fue Peniche.
Iniciamos este día madrugando media hora más de lo previsto ya que pretendemos hacer varias visitas y como final tenemos cena con espectáculo de fados.
El primer punto es Sesimbra, uno de los pueblos típicos donde los lisboetas hacen escapadas en el mismo día. Un paseo por la playa es uno de los mayores reclamos de la localidad para el turista.
Visitamos la Fortaleza de Santiago que fue construida para defender la ciudad de ataques y saqueos. Desde lo alto de la fortaleza se divisa el Porto de Abrigo que es el antiguo puerto de pescadores dónde están pequeños botes amarrados de colores y algún bote abandonado. Esta fortaleza hoy sirve para albergar conciertos y otros actos culturales.
Volvemos al bus para subir al castillo que está en la parte alta de Sesimbra y dónde se encuentra la Iglesias de Nossa Senhora de Castelo. Los muros del castillo son de origen árabe y en la parte interior albergan un cementerio. Desde sus murallas obtenemos las mejores vistas de la ciudad y de la costa.
A unos 14 km. se encuentra el Cabo Espichel y hacia allí nos dirigimos.
El actual conjunto arquitectónico incluye la Ermita de la Memoria del s. XV, iglesia, hospedería, casa del agua y acueducto. El Santuario de Nuestra Señora del Cabo está abierto al culto desde 1366. Fue reconstruido en el s. XVII al mismo tiempo que se levantaba un original pueblo de peregrinos con casa bajas sobre pilares que sortean una plaza. A pesar de encontrarse en estos momentos las casas del pueblo de peregrinos tapiados resulta todavía un conjunto grandioso. La película basada en la “Casa de los Espíritus” de Isabel Allende fue rodada en el Santuario del Cabo Espichell cuyo elenco de estrellas estaba formado por Meryl Streep y Jeremy Irons. También ha acogido el rodaje de varios “spots” publicitarios.
Después de este recorrido nos llega la hora de atender al estómago y hacia el hotel nos dirigimos donde nos sorprenden con una Salada de frutos do mar, Rosbife assado con pimienta preta y semi-frío de natas.
Sin posibilidad de reposo ya que nos queda una tarde apurada salimos hacia Cascais y Estoril.
En Cascais el bus nos deja en la parte alta por lo que el camino hacia el centro y el puerto se nos hace duro y nada mas llegar solo da tiempo a una vista panorámica ya que el tiempo del que disponemos es muy justo. La vuelta hasta el bus se torna fatigosa, habida cuenta de las cuestas a superar.
Estuvo mal programada esta visita en cuanto a no bajarnos el bus hasta el centro y gastar el tiempo disponible en bajar y subir andando. A algunos viajeros no les sentó muy bien pero no todo sale perfecto en los viajes. Mil disculpas os ofrece la coordinadora del viaje por este contratiempo.
Cascais es un antiguo pueblo de pescadores situados a apenas 30 km. de Lisboa. Desde principios del s. XX ha sido destino de aristócratas y artistas. Hoy en día es unos de los lugares cercanos a Lisboa mas visitados y con mejor ambiente. Descansamos 10 minutos en el bus del esfuerzo realizado mientras llegábamos a Estoril.
Estoril tuvo un pasado asociado al turismo de lujo pues cobijó a unos cuantos aristócratas exiliados después de la segunda guerra mundial entre ellos la familia Real española y la italiana. Pero estos distinguidos habitantes no fueron los únicos que se refugiaron en Estoril, un buen número de espías también tuvieron aquí su escondite como quedo patente en “Casino Royale”, la película protagonizada por James Bond que se inspiró en el casino de Estoril para el rodaje de algunas de sus escenas.
Enfrente del casino encontramos la famosa playa de Tamariz y el Chalet de Barros (ese edificio que siempre sale en las de fotos de Estoril y se parece a un castillo medieval). Es la playa más conocida y frecuentada de esta zona.
Visita también rápida y de vuelta a Lisboa que nos queda el colofón del día con una cena en un restaurante con espectáculo de fados en directo.
Después de pasar por el hotel para un “lavado y un arreglado” nos fuimos al restaurante O Forcado que se encuentra en el Barrio Alto y allí nos deleitaron con una exquisita cena mientras escuchábamos fados interpretados por artistas portugueses y disfrutamos también de danzas del folclore portugués. Perfecto final para un día complicado.
Y ya a descansar para continuar mañana disfrutando de este viaje.
El ultimo día de nuestra estancia en Lisboa lo dedicamos a visitar durante la mañana los palacios de Sintra; a escasa media hora de bus llegamos a una zona boscosa que según nos explica Susana, la guía, tiene un microclima único, razón por la que desde los orígenes de la ocupación musulmana fue solicitada para veraneo de reyes y aristócratas que construyeron en Sintra palacios y jardines de un valor incalculable motivos por el cual fue declarado su paisaje cultural Patrimonio Mundial por la Unesco en 1995.
Cuando llegamos a Sintra tenemos concertada nuestra primera visita en el palacio da Pena (palacio de la peña), el origen de su nombre viene del s. XVI cuando en lo alto de una peña o montaña se produjo el milagro de una aparición de la Virgen y para conmemorar el acontecimiento el rey Manuel I encargó a la orden de los Jerónimos construir en ese lugar un monasterio, era el mismo rey que construyó en Lisboa el famoso Monasterio de los Jerónimos (que ya habíamos visitado) ya que este rey era muy devoto de este santo. En 1834 coincidiendo con la supresión de las órdenes religiosas en Portugal fueron expulsados los monjes quedando abandonado el edificio.
Unos años más tarde el rey Fernando II, conocido como el rey artista y muy influenciado por el romanticismo alemán, adquirió el monasterio y llamando a un arquitecto alemán le encargó la construcción de un palacio estilo Baviera. Por lo tanto a este monasterio manuelino se le añadió otro ala más acorde con la vida palaciega del momento y se rodeó todo el complejo con una muralla que le dio una imagen fantasiosa e imaginaria, ejemplo de ello es el tritón que encabeza el pórtico representando una alegoría de la creación del mundo. En aquel momento se pintó el edificio del antiguo convento de color rosa y el nuevo edificio de color ocre, colores que restaurados se conservan igual de impactantes hasta hoy.
Visitamos el claustro manuelino del antiguo monasterio perfectamente conservado con sus antiguos azulejos hispano-árabes girando a su alrededor las antiguas celdas de los monjes adaptadas para los aposentos y la vida de la corte del s. XIX, visitamos también el atelier donde el nieto del rey fundador creaba sus pinturas y talleres murales, la fastuosa sala de recepciones, la terraza de la reina e incluso la enorme cocina que daba servicio a todo el complejo.
El rey Fernando II vivió felizmente en el palacio con la reina María II y tuvieron 11 hijos, cuando ésta falleció el rey volvió a casarse con una cantante lírica alemana que se trajo a vivir a este palacio concediéndole el título de condesa de Edla y le construyó un chalet dentro del recinto del parque donde pasó a residir cuando murió el rey, y cuya visita también muy recomendada queda para una próxima vez que volvamos.
Después de la visita del palacio descendemos en el mismo microbus que habíamos tomado para desplazarnos hasta aquel alto y nos encaminamos al centro de Sintra para realizar la visita del Palacio Nacional, espectacular también en su construcción e interiores; su origen comienza como palacio moro de la Alcazaba durante el dominio musulmán en la península ibérica. Una vez pasó a la corona portuguesa comienzan sus intervenciones en 1281 añadiéndose nuevos cuerpos e instalaciones hasta el s. XVI y siempre conservando la rica decoración de los azulejos hispano moriscos que eran herencia de esa cultura árabe.
Nos encantó la sala de los cisnes destinada a recepciones y banquetes, llamada así porque el rey cuando se despidió de una de sus hijas con el destino de su boda, debido a la nostalgia de su separación pintó en el techo 27 cisnes todos ellos con su corona que eran los mismos años que tenía su hija cuando partió. Entramos a continuación en la sala de las urracas donde se recibía a los embajadores, conocida así porque en el techo estaban pintadas 136 urracas que representaban a las damas de la corte ya que fueron a contarle a la reina, y continuamente le estaban recordando, un “renuncio“ amoroso en el que fue pillado el rey. También la espectacular sala de los blasones considerada la más importante sala heráldica europea y en cuyas paredes totalmente decoradas con azulejos manuelinos se reflejaban escenas de caza y la vida en la corte, y en todo el techo con forma de cúpula estaban representados todos los escudos o blasones de las familias nobles lusas que prestaron su apoyo a los reyes a lo largo de los siglos.
También digna de mención era la sala china donde se albergaba una espectacular reproducción de pagoda que fue regalo del gobierno chino al rey de la época durante su establecimiento de relaciones comerciales. Y el triste cuarto prisión en el que fue recluido el rey Alfonso VI por su hermano achacándole problemas mentales y donde estuvo recluido en ese cuarto durante 9 años hasta su muerte.
Una vez que visitamos la capilla palatina toda decorada con frescos del s. XV pasamos a conocer la enorme cocina del palacio preparada para realizar banquetes con las piezas de caza mayor que se aportaban y presidida por dos enormes chimeneas de 33 m. de altura. También como anécdota contemplamos el “primer microondas” de la historia, donde se mantenían los platos calientes antes de servirlos a sus señores gracias a las brasas que se iban reponiendo de la cocina en dicho artilugio, realmente muy ingenioso. Y el magnífico salón comedor donde se disfrutaban todas esas comidas y celebraciones.
Una vez ya finalizadas las visitas de estos magníficos palacios no podemos menos que compartir totalmente el título concedido por la Unesco a este complejo perfectamente conservado, para nuestro disfrute, y dedicamos el tiempo libre restante a callejear por el centro y a no resistirnos a realizar más compras de las que nos saltaban a la vista.
Y como todo lo que empieza acaba, llega el día del retorno y lo hacemos saliendo de Lisboa en dirección Este, para dirigirnos a Évora, ciudad fundada por los romanos y catalogada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
Pudimos ver el acueducto y los restos del templo romano. También visitamos su catedral que si de por sí, es bonita, el día de jueves Santo y a la hora de la misa, lucía en todo su esplendor. Aunque lo más curioso fue la visita a la capilla de los huesos, empezada a construir en el s. XVI, en la zona que habían ocupado las habitaciones de los frailes en el monasterio, junto a la iglesia de San Francisco. La característica principal es que sus paredes están construidas con huesos de más de 5.000 cadáveres humanos, usando los cráneos y huesos largos para formar las columnas y paredes y los pequeños para las juntas, mezclados con el cemento. Se acede a ella a través de un pórtico con una inscripción: “NOS OSSOS QUE AQUI ESTAMOS PELOS VOSSOS ESPERAMOS” o lo que traducido dice “LOS HUESOS QUE AQUI ESTAMOS POR LOS VUESTROS ESPERAMOS”.
Después de dar un paseo y realizar las últimas compras por el bonito pueblo con calles estrechas y una plaza principal llena de terrazas donde podernos refrescar, nos agrupamos para comer en Mr. Picwick, (como sardinas en lata, creían que éramos un grupo de estudiantes).
De vuelta al bus cogimos dirección Badajoz y el señor Nieto, todo un experto profesional, nos trajo de vuelta a casa; aunque en el último tramo, fue su hijo el conductor.
El viaje de vuelta fue muy duro porque recorrimos unos 800 km. pero ya lo sabíamos así que no quedó más remedio que sufrir un poco.
Nuestro agradecimiento a Chema Ovín que cámara en ristre fue haciendo las fotos de grupo.
HEMOS VISTO MÁS COSAS DE LAS QUE RECORDAMOS Y RECORDAMOS MAS COSAS DE LAS QUE HEMOS VISTO Y AUNQUE ESTE VIAJE FUE INOLVIDABLE... EL MEJOR DE LOS VIAJES SIEMPRE SERÁ EL PRÓXIMO.